Sin tacto – Sucesión UV (13)
Por Sergio González Levet
Algunas fuentes confiables me dicen que parece que la doctora Jaqueline Jongitud
Zamora fue quien concibió el falso atajo para que Martín Aguilar repita como
Rector de la Universidad Veracruzana sin contrincante enfrente. Cuando en el
pasado Consejo Universitario, la mayoría de las reacciones fue de rechazo a la
ambición reeleccionista de Martín, Jongitud al principio se sintió culpable, pero
pronto entendió que la caída de Martín en el desbarrancadero de la buscada
prórroga, a quien más beneficiaría es a ella.
En adelante, compilaré lo que me confían mis fuentes:
Hace diez años Jaqui -como le dicen sus amigos- ingresó a la Junta de
Gobierno como reemplazo de la doctora Violeta Pardío, quien renunció por
problemas de salud. Poco a poco se fue empoderando y apoderando de la Junta,
amparada en un par de libros de su autoría sobre ética universitaria y su paso
como Directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, a donde llegó también
como reemplazo y no por el camino normal.
Cuando Martín asumió como Rector, Jaqui esperó tres meses para incorporarse
como Secretaria de Desarrollo Institucional, para cumplir con los tres años desde
que salió de la Junta, como dicta la normatividad. Bajo su mando recayeron la
vinculación universitaria, la difusión cultural, la planeación, la labor editorial, las
tecnologías de la información, la protección civil y las obras y construcciones, que
significan millonarias sumas, muchas veces infladas. Por ejemplo, el edificio de la
Dirección de Posgrado resultó más caro que si la UV hubiera adquirido una
residencia de lujo.
Pero nadie le puede cuestionar a la señora Secretaria, pues de hacerlo se
expone a regaños e insultos. Como es de dominio público, una víctima se quejó
ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, la cual emitió una recomendación
a la UV, pero el Rector la desechó porque iba dirigida a su funcionaria estrella, la
personificación y esencia misma de la ética universitaria y la defensa de los
derechos humanos.
Ese talante autoritario y acomodaticio para defender la ética y a la vez torcerla,
no es nuevo en Jaqui. Durante el proceso para designación rectoral hace ocho
años, llegaron a las finales Rosío Córdoba, Sara Ladrón de Guevara y Jorge
Manzo. Desde las primeras votaciones, Sara obtuvo los seis de nueve votos
necesarios, pero la Presidente de la Junta, la doctora Jongitud, estaba
encaprichada en impedir que repitiera Sara. ¿Por qué? Porque en una de las
marchas que encabezó Sara contra el Gobierno de Javier Duarte, Jaqui pretendió
tomar la palabra, pero de antemano se había acordado que a nombre de la Junta
no hablaría ella sino Ricardo Corzo. El entripado que hizo Jaqui fue tan fuerte, que
quiso vengarse dos años después impidiendo la reelección de Sara. Como no
pudo, salió con la ocurrencia -¡oh, doctora en Derecho!- de votar en contra. ¿En
contra de qué o de quién? ¡De Sara! Jaqui pudo votar por Rosío o por Jorge, pero
no lo hizo porque lo único que quería era votar en contra de una persona, la que
dignamente encabezó como Rectora la defensa universitaria.
Lo anterior ilustra la personalidad de la opción B del grupo de la Rectoría si
fracasara el plan de la prórroga martiniana.
sglevet@gmail.com