Kairós
Francisco Montfort Guillén
Interrumpo mi serie de comentarios sobre las oportunidades de desarrollo perdidas por México. Me ocupo de un tema paralelo, con el eje de modernización involucrado en el desarrollo, en un ámbito local. Lo hago por oportunidad, es decir, con motivo de que la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana, bajo la crítica a su actuación, ha decidido el camino para la renovación de la titularidad del puesto de rector.
Fue Charles Baudelaire, el innovador poeta y crítico de arte, quien acuñó el concepto de modernidad que, en su tiempo, designaba el proceso de surgimiento del sujeto sin ataduras religiosas, y sus nuevas formas de creación poética y artística.
Una diferencia notable, profunda con la modernidad contemporánea es que la base de ésta, insustituible, son las mejores universidades en cada país, con lo cual se ha ampliado considerablemente el número de seres humanos modernos.
Para no quedar al margen del sistema de producción capitalista, los seres humanos modernos se ven sometido a, por lo menos, estas exigencias inescapables: formar parte de las mujeres y hombres de excepcionales aptitudes intelectuales, casi siempre universitarias, cuya formación no se detiene en los estudios de licenciatura, ni siquiera de doctorados.
Los seres modernos deben continuar su vida en continua capacitación, formación y adquisición de nuevos conocimientos, con un espíritu fuerte de autodidactismo. Deben estar preparados para ser muy competentes, competitivos y productivos. Promover, ellos mismos, o aceptar, las innovaciones permanentes y los cambios constantes a lo largo de su vida productiva. Y para soportar estos ritmos de vida requieren de una muy buena salud. Este tipo de vida no es el paraíso. Sólo es la vida real en las sociedades desarrolladas y entre las élites de las subdesarrolladas. Byung-Chul Han, el filósofo coreano-alemán expresa en su obra una dura y lúcida crítica a este tipo de sociedad.
Cansados de este ritmo de vida, muchos seres humanos se sumaron a quienes están fuera del sistema de producción por múltiples causas y sufren las consecuencias de la marginación para apoyar el engaño redentor de los líderes populistas. Y llevarlos al poder.
La sociedad mexicana no es la excepción. Con un sistema de educación superior poco robusto y con una cobertura muy débil, sus élites modernas son muy restringidas. Solo la UNAM ha figurado entre las 100 mejores universidades del mundo (por el momento está fuera) y aparte de la UAM, el CIDE y algunas universidades privadas como el Tecnológico de Monterrey, el ITAM, la IBERO y otras de menor fama, forman cuadros competentes, competitivos, productivos: modernos.
No es el caso de la Universidad Veracruzana, si bien sus labores han sido determinantes para construir el actual nivel de desarrollo del Estado de Veracruz. La UV se desenvuelve en un contexto de subdesarrollo que, en buena medida, determina su situación actual.
Veracruz fue muy útil e importante en el modelo de la posguerra Mundial, cuando casi todo el mundo creció económicamente a tasas medias de 6%. Veracruz siempre figuró entre los primeros estados de la república. En los setenta ese modelo dejó de ser funcional. Veracruz inició su declive. Se profundizó con el modelo configurado a partir del TLC. Ahora ha caído a los últimos lugares, apenas por encima de Chiapas, Guerrero y Oaxaca.
Ese lugar ocupa en el Índice de Desarrollo Humano de la Juventud (PNUD) que engloba salud, educación e ingreso; también en pobreza laboral e Informalidad; cerca del 73% de su población carece de recursos para satisfacer adecuadamente las canastas básicas alimentaria y no alimentaria (64% el promedio nacional, Chiapas y Guerrero más de 80%); en el Índice Banamex de Desarrollo Sostenible, el sureste del país está 15.7 puntos por debajo del norte y Veracruz está por debajo del PIB per cápita (191,000 pesos) nacional; en Índice de Competitividad Estatal de IMCO 2024 (capacidad para atraer y retener talento e inversiones) Veracruz está acompañando los últimos lugares de los tradicionales Chiapas, Guerrero, Oaxaca; y en el promedio nacional de ingreso mensual necesario para pagar una vida social digna de ser vivida, Veracruz cuenta con 14, 421 pesos, por debajo del promedio nacional que es de 16, 421 pesos y muy lejos de la CDMX con 29 mil pesos.
En este caldo de cultivo no puede florecer la modernidad. Tampoco la autonomía del sujeto moderno. Por estas condiciones la autonomía en la Universidad Veracruzana sólo es una autonomía del poder, es decir, de las autoridades, es decir, del rector.
La autonomía de la UV no fue una demanda de los ilustrados de la universidad. Fue un acto de generosidad de un exalumno de la universidad. El licenciado Miguel Ángel Yunes Linares la ideó y la puso en práctica. El gobernador Patricio Chirinos no quería lidiar con las extorsiones disfrazadas de peticiones contractuales de los sindicatos de trabajadores y académicos. Así que Miguel Ángel Yunes incorporó la autonomía universitaria en el marco de los cambios de la Reforma Democrática.
Solicitó a algunos integrantes de la UV que escribieran, a modo de justificación, un texto en donde se solicitara la autonomía universitaria. Raúl Arias (quien, al parecer, después fue rector), Alberto Olvera y Ragueb Chain (quien, ya autónomo, al parecer haría fortuna con el examen de ingreso) entre otros, redactaron un texto digno de personas con carencias sólidas de ácido fólico. El texto no mereció mi respaldo. Tan malo era, que Inocencio Yáñez Vicencio me comunicó el deseo del licenciado Yunes Linares de vestir esa petición con ideas más sólidas, pues se firmaría una solicitud de cooperación con la UNAM para fortalecer el proceso de reformas.
En ese entonces yo dirigía la revista Confluencias, el órgano de difusión de la Reforma Democrática. Entre Inocencio Yáñez y un servidor decidimos publicar los textos que soportaron la huelga y la obtención de la autonomía de la UNAM y sobre todo el interesante debate, de altos vuelos, entre Caso y Lombardo sobre una visión liberal y otra socialista de la educación.
Sólo publicamos una buena reseña del importante diálogo entre Caso y Lombardo gracias al empeño de Inocencio Yáñez. El número 8 de la Revista Confluencias, dedicado a la autonomía universitaria, reunió piezas recordables: El espíritu ético de la autonomía, de Eduardo García Máynez; La nueva universidad, de Alejandro Gómez Arias; La autonomía universitaria como institución latinoamericana, de Leopoldo Zea, entre otras.
Marcelo Ramírez publicó un buen texto sobre la Iniciativa de ley de autonomía, y otro universitario local, Manuel Martínez Morales, individuo autónomo formado en el Instituto Politécnico Nacional y en el extranjero, publicó Reflexiones sobre la autonomía. Su texto inicial es memorable: <<Con el consenso silencioso de casi la totalidad de los universitarios fue implantada (subrayado mío) la autonomía de la Universidad Veracruzana, a partir de una iniciativa de ley del ejecutivo del estado de Veracruz. Consenso silencioso que contrasta patentemente con el espíritu mismo de lo que es, o debe ser, la autonomía universitaria; esto es, libertad para expresarse, libertad para disentir, libertad para alcanzar la unidad de propósitos a través de la diversidad. Empero, ante la consumación legal (cursivas del original) de la autonomía, los universitarios debemos comenzar un largo trabajo de reflexión …El nuevo status, sin embargo, deja abierta la puerta para que los propios universitarios examinemos otras formas de autogobierno -con o sin Junta de Gobierno- y decidamos si vale la pena llevarlas al terreno de los hechos (Confluencias, Reflexiones sobre la autonomía, pp.5, Xalapa, No.8 VOL II *ABRIL DE 1997).
El doctor Víctor Arredondo fue el primer rector de la etapa autonómica. Su gran mérito fue diseñar y poner en práctica un nuevo e interesante modelo educativo, que puso en movimiento a una comunidad universitaria silenciosa y apática. Su error, para mí, fue imponer un modelo único a todas las áreas de conocimiento, sin respetar las exigencias y formas propias de transmisión de conocimientos de cada profesión, y sin considerar que la UV no era una institución homogénea, pues sus campus son muy dispares en sus debilidades y fortalezas y la organización estructural de la universidad era, y sigue siendo, premoderna, burocrática y con nichos de poder no exentos de vicios y corrupciones, que entorpecieron el éxito del MOFLE (Modelo Flexible) y han terminado por desdibujarlo.
Le siguió en la rectoría una persona sin cultura de estudios en el extranjero, de visiones estrechas, acomplejado, con una cultura endeble y parasitada por las ideas de izquierda, sin autodidactismo, sin experiencia en gerencia pública y producto del grupito de la petición de autonomía, que se sintió el heredero de la rectoría por ese solo motivo.
En su momento, sería su propio mentor y protector, Dr. Víctor Arredondo, quien buscaba nuevamente ser rector, el que se encargaría de demostrar con una evaluación técnica, objetiva, cuantificable el fracaso del rectorado de su pupilo.
Las aportaciones originales del señor Arias Lovillo, sin embargo, fueron varias. No usar el estacionamiento dedicado especialmente a rectoría… porque él es de izquierda; no usar saco y corbata, porque él era un rector de izquierda. No usar portafolios de ejecutivo, sino un morral de cuero colgado al hombro, porque él sí era de izquierda. Y promover una carrera, en el campus de Veracruz, de <<medicina alternativa>> porque es la medicación que él consume, por ser un auténtico hombre de izquierda.
El señor Arias fue rector en tres ocasiones, violando leyes y reglamentos de la autonomía. El estudio jurídico de tales violaciones fue presentado a la Junta de Gobierno. A pesar de la sólida argumentación, elaborada por jurisconsultos de la Facultad de Derecho de la misma UV, la Junta aprobó su tercer periodo rectoral. Ilegalidad, inmoralidad y ahora hipocresía de este personaje que critica otra ilegalidad inmoral de una nueva Junta de Gobierno.
Le siguió en el mando la doctora Sara Ladrón de Guevara. Su rectorado fue un largo proceso de hibernación universitaria. Fueron ocho años insulsos, de frivolidad e intrascendencia, salvo su defensa del presupuesto legal de la UV. No dan siquiera para una crítica mordaz, una broma o una crítica aguda.
Y claro, después de ella…pues cualquiera podía llegar a ser rector, con sólo cumplir los requisitos mínimos de rigor. Y pues sí: llegó Martín Aguilar Sánchez, dotado de una grandiosa y elocuente mediocridad, y una aberrante abyección al poder gubernamental, que le ha permitido repetir en el cargo, incumpliendo la legalidad y la ética universitarias. Entre autónomos del subdesarrollo te veas.
La autonomía de la UV solo ha significado el libertinaje del poder burocrático. La autonomía empieza y termina con el rector, que diseña su propia Junta de Gobierno para repetir en el cargo y después perfilar a su sucesor. Las actitudes timoratas, antimodernas de la comunidad universitaria veracruzana, frente a la ilegalidad y falta de pudor y ética de sus actuales autoridades, testimonian la oportunidad perdida para hacer de la autonomía su vida misma, promoviendo, al menos, un debate libertario que está pendiente desde el otorgamiento de su autonomía.
francisco.montfort@gmail.com