DISTRACCIONES Y DIVERSIONES SHEINBAUM

Oct 2, 2025 | Columnas

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Kairós

Francisco Montfort Guillén

El desprecio hacia la sociedad mexicana y sus normas raya en lo grotesco. Y esta inaceptable actitud la muestran a diario. La impunidad prometida y cumplida a rajatabla para todos aquellos que se sumaran al asalto a Palacio Nacional los viste con blindajes de todo tipo. El descaro y la desvergüenza con las que actúan los dirigentes políticos y funcionarios de Morena causa pena ajena.

Las filtraciones a los medios de comunicación siguen siendo el método por el cual nos enteramos de las barbaridades cometidas por la nueva clase política. Porque ningún órgano oficial relacionado con la lucha contra la corrupción o policial o de procuración de justicia ha iniciado en ningún caso las investigaciones que nos informen de los graves delitos que han cometido y siguen cometiendo los morenistas.

Latinus, Reforma, El Universal y muchos otros medios en el país, con investigaciones especiales o con filtraciones que reciben, son los encargados de mantenernos informados del desastre en que vivimos. Y no hablamos sólo de los asuntos ilegales individuales, de pequeños grupos o de grandes conspiraciones. También debemos incluir en la tragedia, las respuestas que ofrecen oficialmente las autoridades. Porque esta es la parte complementaria del circo público en el que han convertido la vida política nacional.

Una filtración, un escándalo que merece respuesta por la titular del Poder Ejecutivo, nada se explica, sino que se pasan los asuntos al archivo de asuntos pendientes. Por su parte, las autoridades responsables de investigar, explicar a la población el problema y castigar a los culpables sólo capotean la situación y esperan el día de mañana para recomenzar el ciclo de propaganda de la presidencia como promotora de la justicia en México.

A cada insolencia corresponde una aclaración como forma de disculpa y en la vida política nadie resulta culpable. A nadie se castiga. Nos quieren acostumbrar a que existan delitos sin delincuentes, robos, desfalcos, malversaciones, lavado de activo circulante y nadie puede saber en dónde quedó el dinero, a qué cuentas fue, para qué fue utilizado, a qué personas benefició.

En México muchos de los políticos son rufianes sin castigos. Son actores de reparto del escenario mediático de la transfiguración de la vida ilícita en vodevil. Y esta cobertura cubre el escenario nacional, estatal y municipal. Ya podrán llenarse las paginas de noticias sobre asaltos hechos por algunos policías, de vinculaciones de la guardia nacional con algunas bandas delincuenciales y ahora hasta de las altas esferas de la Secretaría de Marina en una trama holibudesca de contrabando de derivados de petróleo, que no tardan las autoridades en salir a

declarar los previsibles lugares comunes a los que nos tienen acostumbrados y… nada más.

Nada sabemos tampoco de las reacciones de la sociedad civil. En las redes sociales es costumbre encontrarse con mensajes manipulados de apoyo a los funcionarios o políticos delincuentes y en los diarios oficiales los mismos discursos de apoyo con mejores argumentaciones. A los problemas reales que no pueden ser resueltos por las actuales administraciones, los defensores oficiosos les llaman <<problemas heredados>>, algunos más zalameros con el poder llaman a esta incapacidad <<herencia maldita>>. El caso es que nadie se hace responsable ni del origen o de las causas ni de las consecuencias. Inutilidad, incapacidad, ineficiencia, irresponsabilidad de los actuales funcionarios.

Vivimos el festín noticioso del derrumbe del país como si fuera una fiesta carnavalesca, aunque no como antesala cristiana para el periodo de reflexión, de aceptación de culpas y castigos y cambio de conductas. El festín se consume en sí mismo como orgía perpetua (perdón Don Octavio) que se renueva diariamente para mantener el entretenimiento del público de idiotas que creen que efectivamente el gobierno actual los redimirá de su humillante condición.

Es cierto que Morena logró la hegemonía política, es decir, estableció el nuevo discurso político que guía la agenda pública nacional y consiguió que, sobre todo los pobres, gracias a las subvenciones directas que reciben, aprueben el neo- liberalismo económico que domina la escena mexicana. Pero su dominio lo está ejerciendo sobre las ruinas del Estado al que ha debilitado enormemente.

El Estado es el Aparato de aparatos, el cerebro colectivo de una nación. Y este Aparato de comando necesita de todos los instrumentos a su alcance para manejar y entretejer los procesos de modernización de los seres humanos que ahora se realizan centralmente en la sociedad civil, pero sobre los cuales puede incidir.

También y principalmente, en el capitalismo comandado por la ciencia y la tecnología y sus invenciones, el Estado requiere de un equipo de funcionarios altamente capaces para realizar el acoplamiento del mundo instrumental con el mundo de las sensibilidades, las culturas y las individualidades.

Si la democracia desapareció de nuestro país es porque el Estado, entre los años 2000 y 2018, no generó un proceso de desarrollo económico generador y distribuidor de riquezas, ingresos, bienes y servicios públicos. Se limitó a administrar las buenas herencias económicas y financieras que les dejaron los gobiernos de Salinas y Zedillo, tal y como lo hace hoy el actual gobierno.

Pero el gobierno de Sheinbaum tiene un problema interno mayor. Su antecesor integró a las estructuras del Estado a las bandas delincuenciales, hoy consideradas terroristas por el gobierno de los Estados Unidos. Ya no existe la lucha del Estado en contra de un enemigo externo delincuencial de alta gama. Ahora lo tiene como un cáncer en su propio organismo, al que debe combatir

antes de perder por completo el monopolio de la violencia legítima y del mando, extraviado ya en muchas partes de la república. Meter cuchillo en contra de amigos, compañeros, familiares es la gran tarea. Esta es la única pero radical diferencia de este gobierno con su antecesor. Y este esfuerzo lo tendrá que realizar sin contar con los elementos centrales para apoyar un proceso interno, endógeno de desarrollo que ayude a la sociedad. Le faltan al gobierno de Sheinbaum: los recursos abundantes para la inversión y el capital humano en calidad y cantidades suficientes.

Tal vez por estas razones es que ha creado el festival continuo de las denuncias públicas espectaculares de los actos de corrupción de la casta de nuevos funcionarios y de políticos siempre los mismos, envueltos en tramas novelescas. La distracción de las masas en la era de la sociedad del espectáculo que, hasta el momento, le han dado magnífico resultado.