DEL NEPOTISMO DE ITURBIDE AL DE AMLO Y CUITLÁHUAC.

Ene 18, 2024 | Columnas

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Prosa aprisa.
Arturo Reyes Isidoro.
Por estos días, releo Santa Anna. El dictador resplandeciente, de Rafael F. Muñoz.
En el capítulo segundo, dedicado al Imperio mexicano, narra cómo Agustín de Iturbide,
proclamado nuevo emperador, pretende formar su casa a imitación de los soberanos de
Europa. Los sucedidos se refieren al año 1822.
Iturbide reparte entonces títulos, no podría ser de otra manera. Transcribo, textual:
“A su padre, don José Joaquín, le otorga el título de Príncipe de la Unión. A su hijo mayor,
Agustín Jerónimo, Príncipe Imperial y Heredero del Trono. Todos los hijos nacidos y
venideros, príncipes. Todos, altezas. Doña María Nicolasa, su hermana, como de sesenta
años, se convierte en Princesa de Iturbide”.
Más adelante, Muñoz recuerda que antes de la proclamación del Imperio, Iturbide
propone a la Junta Provisional gubernativa que decrete la creación de la “Orden Imperial
de Guadalupe, para premiar los servicios hechos a la nación en todos los ramos.
Para obtener tal distinción no exigían pruebas de nobleza, pero sí “gozar del concepto
público”.
Una de las condecoraciones, la principal, era la de los “Grandes Cruces”, que,
lógicamente, se agandalla Iturbide: “Se lleva una su padre, otra para cada uno de sus
hijos, otra para su suegro…”.
Me llama la atención cómo este actor clave de la Independencia de México fue el que
instauró también el nepotismo en los gobiernos del México independiente.
Desde entonces, 202 años después, ese rasgo cultural se mantiene vivo y ni siquiera el
gobierno de “nosotros no somos iguales” pudo mantenerse ajeno a la práctica.
Hoy, un día sí y otro también, los escándalos de los hijos del presidente Andrés Manuel
López Obrador, José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo Alfonso, hijos de su primer
matrimonio, cobijados por el poder, están a la orden del día.
El gobierno de la 4T en nada difiere del nepotismo que caracterizó al gobierno priista de
José López Portillo con su hijo José Ramón ni al panista de Vicente Fox con sus hijastros
Manuel, Jorge Alberto y Fernando, en especial el primero, hijos de su segunda esposa
Martha Sahagún.
Y el gobernador, Cuitláhuac García Jiménez, tampoco se sustrajo a ese ejercicio. Los
medios han documentado cómo incluyó en su gobierno y dio todo el poder a su presunta

medio hermana Dorheny, así como a su presunto primo Eleazar Guerrero, quien a la vez
incorporó a sus hijos.
Pero también se publicaron detalles como el de su hermano Tonatiuh quien recibió apoyos
en equipo y en efectivo de Radiotelevisión de Veracruz y de la Secretaría de Turismo para
producir y promocionar producciones audiovisuales suyas.
Es cierto, no solo él lo ha hecho. Antes que él, Javier Duarte consintió que su entonces
esposa Karime llenara el gobierno con toda su parentela, desde su padre el famoso
“Tony” Macías, incluyendo su hermana, su sobrina y todo el que pudo.
Adentro de la administración era un escándalo los negocios que hacían y que hicieron con
la fiesta de La Candelaria, de la Cumbre Tajín y del Festival de Salsa, los más jugosos, de
la que salieron multimillonarios y lo que nunca se investigó.
Estamos ante la proximidad del cambio de gobierno. Ya veremos si en la campaña
escuchamos el compromiso de los aspirantes a gobernar de que no caerán en la misma
práctica.
Aunque, ya lo estamos viendo, de todos modos, eso luego no sirve de nada. López
Obrador se llenó la bocota diciendo que ningún familiar suyo haría negocios a su sombra
y ya estamos viendo todo lo que le ha permitido a sus hijos.
Santa Anna, ¿el padre del chapulineo?
Pero la lectura nos deja muy claro el hecho de que Santa Anna bien puede considerarse
el precursor del político chapulinero, porque lo mismo brincaba de realista a insurgente, o
viceversa.
Por ejemplo, el 18 de marzo de 1821, luego de proclamado el Plan de Iguala, en Xalapa
se rebela el jefe realista José Joaquín de Herrera, porque no estaba de acuerdo con un
imperio independiente, pero con un gobierno monárquico bajo Fernando VII de España.
El anciano gobernador de la provincia de la Vera Cruz, José Dávila, envía al comandante
realista Antonio López de Santa Anna a combatir a los sublevados y sí, los sorprende en
Orizaba y los derrota.
Pero entonces llega José Joaquín de Herrera, ya como insurgente, lo engaña diciéndole
que trae más hombres que él, lo invita a sumárseles, le ofrece que conservará el grado y
que incluso lo ascenderá a coronel, como también pide, además de que le ofrece el
mando de los insurgentes en toda la provincia de Veracruz, y Santa Anna no lo piensa
más, ¡acepta y regresa a combatir a quien lo había enviado!
De ahí viene la raíz de nuestros políticos que se brincan de un partido a otro para
combatir lo que antes defendían. ¿Les recuerda esto a alguien? Pónganle nombre y
apellidos.

El lujo con el que Rocío Nahle realiza precampaña
La primera campaña de un candidato a gobernador que cubrí como reportero fue la de la
Rafael Hernández Ochoa, en 1974.
Enviado por el emblemático Diario de Xalapa de entonces le di la vuelta al estado a bordo
de un autobús, en el que viajábamos los contados reporteros de entonces.
El político de Santa Gertrudis, municipio de Vega de Alatorre, viajaba en otro, en el que
entre un pueblo y otro subía invitados para platicar con ellos.
Había un detalle que a los jóvenes reporteros de entonces no nos agradaba: nunca
encendían el clima artificial del autobús en el que viajaba, por lo que en los lugares
calurosos era un verdadero horno. Lo sufríamos cuando nos invitaba a viajar con él para
ofrecernos alguna entrevista.
Tenía una razón: no quería enfermarse de la garganta por el cambio de clima, del frío de
adentro al intenso calor de fuera. Temía quedarse ronco y no poder dar su discurso.
No había tantos caminos pavimentados como ahora. En ocasiones viajábamos en bestias
o a bordo de un enorme camión de redilas, sobre todo para atravesar ríos o vados.
Hasta Miguel Alemán Velasco se usaron los autobuses, si bien a veces el candidato
viajaba en camioneta, pero siempre adelante o atrás de los camiones.
No había lujos, no había dispendios. La seguridad del candidato era mínima: si acaso su
ayudante personal y algunos cuantos elementos para atender lo indispensable.
Alemán, como Fernando Gutiérrez Barrios, como Dante Delgado Rannauro, quien lo
sustituyó después, como Fidel Herrera Beltrán atendían a todos, escuchaban a todos, sin
cerco de guaruras ni vallas metálicas de por medio.
Eran veracruzanos que atendían a veracruzanos. A Agustín Acosta Lagunes lo distinguía
su puntualidad. Decía que el tiempo era de los veracruzanos.
Eran candidatos ya, no precandidatos. Pero aun así cumplieron sus recorridos sin nada
vistoso. Si cabíamos, todos nos hospedábamos en el mismo hotel en el lugar que
pernoctáramos.
Los veracruzanos, pues, venimos de prácticas político-electorales, de costumbres, de
hábitos, de una cultura, si se quiere, del encuentro directo con el otro, ajenos al lujo y
menos excesivo de un aspirante o candidato a gobernar el estado.
Porque no es de aquí, sino zacatecana, porque viene con lo que vio y practicó ya como
funcionaria y desde el poder, es que Rocío Nahle, precandidata de Morena al gobierno,
ofende a los veracruzanos con el lujo con el que se pasea de norte a sur y solo en
cabeceras municipales.

En diciembre pasado comenté en este espacio el convoy en el que se traslada,
camionetas blindadas, coches adelante y atrás para camuflar. Lo vi estacionado en la
calle Enríquez, de esquina a esquina en la acera del lado de la Catedral, mientras ella
asistía al informe del alcalde Ricardo Ahued.
Lo filmamos con mi hijo Toño, que andaba conmigo. Los guaruras también nos filmaron.
No comenté entonces, lo que publicó ayer jueves el diario Reforma: que la sola camioneta
en la que viaja, blindada, por supuesto, tiene un costo de casi 2 millones de pesos.
Otra dispendiosa, Claudia Sheinbaum bautizó el vehículo como la “Nahle-camioneta” o
“Nahle-móvil”, según publicó la reportera Natalia Vitela.
¿Cuánto cuesta todo el aparato en el que se moviliza Nahle? ¿Quién paga la ayudantía,
los guaruras que la siguen, los choferes, los auxiliares, los ayudantes, la gasolina que
devoran los motores de 8 cilindros, el mantenimiento de las unidades? ¿Ella, de su
bolsillo?
¿Alguien se ha percatado que desde que es aspirante jamás ha mencionado la frase que
supuestamente es un emblema de guerra de la 4T: primero los pobres?
Ni lo ha hecho ni lo va a hacer. Vive en una mansión en Coatzacoalcos en una zona
privilegiada de alta plusvalía, muy cerca del mar, muy alejada de los pobres.
El diputado Marlon Ramírez Marín documentó gráficamente el convoy de lujo y lo subió a
las redes sociales. Reforma, como debía de ser, le dio todo el crédito.
Ello aunado a todos los recursos oficiales que se están usando para apoyarla, con un
descaro que sorprende, ya que no muestran temor alguno por alguna posible sanción,
simple y sencillamente porque saben que no habrá porque gozan de total impunidad.
La única forma de acabar con esto es con el voto de los veracruzanos, no hay de otra.
Algo se tiene que hacer, como ir a votar para evitar que llegue al palacio de gobierno.
Si la señora se comporta así ahora que solo es precandidata, ¿qué no irá a hacer si llega
a gobernadora? El presupuesto público no le va a alcanzar para darse la vida de lujo que
gusta y lleva, un presupuesto salido de nuestros bolsillos, del pago de nuestros
impuestos.