Sin tacto.
Por Sergio González Levet.
Un amigo que se presenta como un profundo analista de la política y la realidad
mexicana me comentó que él ve imposible que la oposición pueda ganarle las
elecciones de este año a Andrés Manuel López Obrador.
—Mira —me dijo con la suficiencia de quien cree saberlo todo —, el poder que
tiene el Gobierno de la República, al que hay que añadir el de 22 gobiernos
estatales, es enorme, lleno de recursos humanos, materiales y financieros. Y
AMLO los está usando a mansalva en contra de los abanderados del frente
Fuerza y Corazón por México. Así que no hay manera de que Xóchitl y los
abanderados del frente opositor puedan avanzar en las encuestas y logren el voto
mayoritario de un pueblo que está comprado con los programas sociales. Y lo
mismo sucederá con los candidatos a Gobernador. Además, los ciudadanos son
muy apáticos y nunca se rebelan contra el poder…
Ahí lo interrumpí y entré con mi opinión:
—Pues yo no tengo otros datos, sino que tengo estos que te voy a referir.
Cuando me dices que la sociedad es indiferente a los procesos electorales, debo
recordarte que desde el año 1994 el presidente en turno no ha podido poner a su
sucesor, y ha habido una transición tras otra, movidas muchas veces por el voto
popular volcado en las urnas. Salinas de Gortari no pudo dejar a su sucesor
porque se lo asesinaron; el favorito de Zedillo perdió ante el candidato formidable
que fue Vicente Fox; Felipe Calderón se hizo candidato del PAN contra la voluntad
presidencial y al final de su mandato perdió ante el priista Peña Nieto, y éste le
tuvo que entregar la banda nacional a López Obrador.
Mi interlocutor empezó a hacer una cara como de muina, porque se fue dando
cuenta de que esta vez le estaba ganando la partida. Sin embargo, digirió como
pudo la andanada de razones, y siguió escuchando, serio y sin réplica.
—Date cuenta, querido amigo —continué—, de que llevamos 30 años de
transiciones en la Presidencia de la República, y que en todos los casos el
mandatario que no pudo retener el puesto para su imposición usó toda la fuerza
del Estado en favor de su partido, pero le ganó la ciudadanía. Así que no me digas
que los mexicanos somos apáticos… y los veracruzanos menos.
Hice una pausa para poner en suerte a mi pensador amigo, y le completé:
—Porque en Veracruz ha pasado algo similar. Fidel Herrera fue el último que
logró dejar un sucesor, porque Javier Duarte ni terminó siquiera su sexenio y le
impusieron al candidato del PRI, que perdió con Miguel Ángel Yunes, y éste no
logró que su hijo triunfara en la elección de 2018, no obstante que le echó toda su
sapiencia a esa campaña. En todos esos casos, el voto mayoritario se decidió por
la transición…
Y así convencí a mi amigo sapiente de lo que es la realidad en México y en
Veracruz.
sglevet@gmail.com