Desde el Café.
Bernardo Gutiérrez Parra.
Esta semana me tocó llevar a un familiar de la tercera edad a un
hospital de Xalapa donde lo atendieron muy bien. A pesar de que
sólo iba a surtirse de los medicamentos que lo han ayudado a
sobrellevar sus males, le checaron los pulmones, el corazón, la
presión arterial, su peso y estatura y su doctora lo atendió de
maravilla.
El problema fueron las medicinas.
La doctora llenó un par de recetas con los medicamentos de siempre.
Uno para controlar la diabetes que cuesta 2 mil 734 pesos en una
farmacia de patente. Otro para controlar la presión arterial (2 mil
169 pesos); uno más para proteger al estómago de ardores (320
pesos). Un adelgazador de la sangre cuya caja con 28 comprimidos
tiene un costo de 2 mil 476 pesos y uno para el corazón cuyo precio
es de infarto: 3 mil 819 pesos en una farmacia.
Mientras nos formábamos en la kilométrica cola para surtir las
recetas, hice cuentas y mi familiar se estaba ahorrando la friolera de
11 mil 518 pesos. Un muy buen billete.
Y en efecto, se hubiera ahorrado todo ese dinero de no ser porque
sólo le surtieron el medicamento para controlar sus ardores
estomacales.
“¿Cuándo puedo pasar por la medicina que falta?”, preguntó.
La chica que lo atendió lo miró compasiva y contestó: “La tiene que
comprar por su cuenta”.
Mi familiar protestó, dijo que antes no era así. “Antes nos decían
‘vuelva tal día y ya estará su medicina’ lo que en efecto ocurría.
¿Por qué tengo que pagarla ahora? ¿De dónde voy a sacar tanto
dinero si es mucho más de lo que me dan de pensión?”.
La chica, que conoce la letanía porque la escucha a diario, se
encogió de hombros y contestó. “Lo siento señor, pero no nos han
surtido la farmacia y yo nada puedo hacer”.
“¿Por qué tengo que comprar unos medicamentos que el Estado
tiene la obligación de proporcionarme? Soy jubilado estatal”, reviró
mi familiar. La chica lo miró con más compasión y dijo: “Porque
van a tardar mucho tiempo en llegar”.
Delante de nosotros había como quince pacientes a la espera de
surtir sus recetas y a ninguno se las surtieron completas. Bastante
atrás estaba formada una mujer de condición humilde que llevó a su
hija de seis años a que le sacaran una muela y la dentista le recetó
Paracetamol.
Tanto la madre como la hija hicieron una cola de más de una hora
sólo para que les dijeran que no había la medicina. Para entonces, el
efecto de la anestesia había pasado y partía el alma escuchar el llanto
de la menor.
“Si bien nunca hemos tenido un abasto de medicamentos al 100 por
ciento, jamás habíamos sufrido una crisis tan grave como la actual.
La última vez que tuvimos un abasto aceptable, fue en junio del
2019 en que terminó el contrato que el gobierno de Peña Nieto tenía
con las farmacéuticas y este gobierno no renovó. En junio del 2017
el gobierno de Peña pidió y pagó los medicamentos hasta junio del
2019, es decir, por dos años. Pero ahora ya no es así y tu acabas de
ser testigo de las consecuencias”, me dijo el director de ese hospital.
El facultativo agregó que todas las clínicas, hospitales y centros de
especialidades del Sector Salud del país sufren de desabasto. “Todos
absolutamente todos tienen ese problema, aunque unos en mayor
medida que otros. En el caso de este hospital el desabasto es del 87
por ciento. Es decir, no tenemos casi nada. Y si alguien te dice que
eso es mentira que venga aquí a surtir su receta”.
Alguien conmovido por el llanto de la nena fue a comprar el
Paracetamol (33 pesos) y mientras se le pasaba el dolor, su madre
dijo que la menor había nacido en una clínica del Seguro Popular
“donde no pagamos nada. Pero ahora ya no hay y hay que comprarlo
todo”.
Y recordé no sin nostalgia, que el Seguro Popular, vilipendiado por
años por Andrés Manuel y sus esbirros con la cantaleta de que ni era
seguro y menos popular, atendió a 50 millones de mexicanos que
ahora deambulan por la vida sin seguridad social y sin medicinas.
Porque el desabasto existe lector. Y es un crimen de Estado.
Y pensar que todavía hay quienes le creen a López Obrador cuando
asegura que ahora sí, “palabra de honor o me dejo de llamar Andrés
Manuel”, este septiembre tendremos al fin un Sistema de Salud
como el de Dinamarca.
Futa…
MC se mueve en Tuxpan
Mientras en el PRI y el PAN se siguen lamiendo las heridas por la
paliza que recibieron el 2 de junio y están “a la espera de los
tiempos” para designar a sus candidatos a las 212 alcaldías, sin
ponerse a pensar que las campañas municipales para el 2025
comenzaron el pasado 3 de junio, es decir, al día siguiente. En
Tuxpan, el partido Movimiento Ciudadano está trabajando en serio
con miras a obtener la alcaldía de ese puerto.
No pierdas de vista lector a Luciano Folgueras Pioli, regidor de la
actual comuna que se perfila para ser el candidato que postule el
partido naranja gracias a la excelente labor que ha realizado como
encargado de las comisiones de Turismo y Desarrollo Económico,
entre otras.
Pero al margen de lo anterior, Luciano lleva más de dos años
recorriendo las comunidades tuxpeñas donde ofrece sus servicios de
gestión y apoyo (gratuitos, por supuesto), a los comuneros locales
que ya lo conocen y están agradecidos con su apoyo.
Te reitero lector, no hay que perder de vista a este joven político que
dará de qué hablar en ese puerto, conforme se acerquen los comicios
para elegir presidente municipal.
bernardogup@hotmail.com