Desde el Café.
Bernardo Gutiérrez Parra.
Fue hasta pasaditas las siete de la noche de ayer, que el mapa de los
Estados Unidos se comenzó a pintar de rojo en los estados donde
votaron por Donald Trump y de azul donde lo hicieron por Kamala
Harris. Pero el futuro de México con quien gane se ve turbio tirando
a negro.
Trump no quiere a ningún indocumentado más en Estados Unidos y
desea echar de aquel país a 11 millones de mexicanos. Kamala por
su parte quiere de aquel lado del Bravo a todos los capos mexicanos.
Este lunes y en un mitin en Carolina de Norte, Trump aseguró que lo
primero que hará si gana la presidencia será telefonear a la
mandataria mexicana para advertirle: “Si no detienen la embestida
de criminales que entran a nuestro país, entonces impondré el 25 por
ciento de aranceles a todo lo que manden”. Si no funciona ese
porcentaje se irá al 50 por ciento o incluso al 100 por ciento de
aranceles a los productos mexicanos.
¿Balandronada de candidato? Sí, pero no.
Donald Trump es un tipo belicoso, medio loco y brutalmente
autoritario que trae ganas de pelear y es capaz de enviarnos a los
marines si no se acatan sus órdenes.
Para nuestra fortuna de inmediato encontró la respuesta que quería
escuchar: “Habrá reuniones de alto nivel con quien resulte ganador o
ganadora para conozcan lo que se ha hecho en México en combate al
narcotráfico. Va a haber buena relación con el gobierno de Estados
Unidos” dijo la doctora Sheinbaum. Algo así como “siempre a sus
órdenes, señor Presidente”.
Con Kamala Harris la convivencia puede tornarse aún más difícil.
La ex fiscal de California sabe que México no ha hecho nada que no
sea apapachar a los delincuentes, de ahí que los quiera a todos en su
país para que los juzgue las leyes norteamericanas, pero también
quiere a los que les han brindado apoyo y protección.
El punto es que en los últimos seis años el principal apoyo a los
malos provino del señor de Macuspana. Claudia no querrá entregar a
su jefe, Kamala no aceptará un no como respuesta y puede tronar la
bomba.
Pero ahí no termina todo. La elección en el vecino país tendrá un
impacto directo sobre la economía mexicana ya que afectará la
operación del T-MEC, el precio del dólar, la llegada de inversiones,
los beneficios del nearshoring y la generación de empleos.
Y todas estas son pésimas noticias para el país.
El peso que últimamente ha andado algo zarandeado, este lunes se
fue a dormir a 20.09 por dólar y el martes por la mañana se despertó
en 20.30 por un billete verde. A medio día andaba en 20.45 y se fue
a dormir en 20.62 con lo que borró las ganancias que obtuvo con
AMLO. Y lo que le falta.
¿Qué le queda a Claudia ante lo que se viene? Por lo pronto, nada de
envolverse en la bandera. Nada de decir que México es mucho
pueblo y no permitiremos que se mancille nuestra soberanía, nada de
vitriólicas arengas ni de mediáticas bravuconadas. En síntesis, nada
de jaladas porque la clave está en la genuflexión. Como lo han
hecho sin excepción todos los presidentes de este país cuando se han
tenido que enfrentar a su poderoso vecino.
Lo que le queda a Claudia es decirle a Trump lo mismo que le dijo
su jefe Andrés Manuel mientras el güero racista lo empinada: Lo
que usted ordene, señor Presidente. Y si la elegida es la señora
Harris: Whatever you order and command, my dear Kamala.
bernardogup@hotmail.com