AHORA SÍ, LA PESADILLA

Ene 20, 2025 | Columnas

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Desde el Café.
Bernardo Gutiérrez Parra.
Ayer domingo, apenas 24 horas antes de su toma de posesión,
Donald Trump volvió a cargar contra los migrantes y soltó una
advertencia que fue música para los oídos de sus seguidores: “Para
cuando el sol se ponga mañana, la invasión a nuestro país se habrá
detenido”. Algo así como, ni un migrante más en suelo
norteamericano.
Desde la mixteca poblana donde se encontraba de gira, la presidenta
Claudia Sheinbaum minimizó la advertencia y dijo que todo se va a
arreglar con diálogo ya que cuando estuvo en la presidencia Andrés
Manuel López Obrador llegó a un buen entendimiento con Trump.
Pero nada más falaz.
Te consta lector, que a Trump le bastó chasquear los dedos para que
el tabasqueño volara a la Casa Blanca a ponerse dócilmente a sus
órdenes. Luego entonces, no hubo un buen entendimiento, sino un
vergonzoso y patético sometimiento.
Pero Claudia, que seguía hablando de diálogo, de repente se enredó
en la bandera y se lanzó desde lo alto: “Que se oiga bien y que se
oiga lejos; México no es colonia de nadie, no es protectorado de
nadie, México es un país libre, independiente y soberano y siempre
vamos a defender al pueblo de México, a la nación y a nuestra
patria, porque somos grandes, México es grande por las
civilizaciones que dieron origen a nuestro país, los mixtecos, las
mixtecas que son un gran pueblo, como otros pueblos originarios de
nuestro país que hoy tienen derechos en la Constitución”.
Y uno se pregunta: ¿a razón de qué volvió a recurrir a ese discurso
patriotero? ¿Qué tienen que ver nuestra independencia, soberanía,

libertad y grandeza con la inminente deportación de cientos de miles
de mexicanos?
¿Para qué tantas bravatas cuando irá dócilmente a Washington
apenas Trump le chaqué los dedos?
Pero luego como que reaccionó y enderezó el discurso: “En este
periodo nuevo que llega mañana (hoy) con el presidente Trump,
primero vamos a defender a las y los mexicanos allá, los consulados
ya tienen más abogados para apoyarles. Y si deciden regresar a
México aquí serán bien recibidos, con los brazos abiertos, aquí
abrazamos a los mexicanos y a las mexicanas”.
Bien por lo que harán los consulados con nuestros compatriotas allá,
pero aquí ni serán bien recibidos y menos con los brazos abiertos.
Para empezar, ningún mexicano de los que sudaron la gota gorda
para llegar a suelo norteamericano a hacer su vida, querrá regresar a
un país inseguro y violento (por mucho que sea su patria), donde
aparte de que no le dieron chamba lo humillaron, vejaron, asaltaron,
secuestraron y golpearon.
Por otra parte, aquellos que sean deportados se van a topar con que
nadie los estará esperando. Y es que ni el gobierno de Baja
California ni los gobiernos de los otros cinco estados que colindan
con Estados Unidos se ha preparado para recibirlos.
La gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, de plano dijo que no
los quiere. Cuando le preguntaron cuántos albergues hay en su
entidad para recibir a la raza de inmediato atajó. “No son albergues,
son centros de procesamiento donde vamos a recibir a los migrantes.
Cuando lleguen se les tomarán sus datos y se les guiará para que
regresen otra vez a su estado y a su municipio, porque Chihuahua no
es ninguna opción para los migrantes”.
Es decir, por aquí van a llegar y por acá les van a enseñar la puerta
de salida.

¿Qué va a pasar?
Quién sabe pero ya se barrunta lo peor.
Y es que si hasta ayer Donald Trump no era más que un sujeto
escandaloso y boquiflojo. Hoy es el presidente de la nación más
poderosa del mundo y utilizará ese poder contra los migrantes como
se le pegue su gana.
Ah, casi lo olvidaba. Una de las once órdenes ejecutivas que firmará
es la que declara terroristas a los delincuentes mexicanos, con lo que
podrá ordenar una invasión a nuestro país.
Lo bueno es que como dijo la señora presidenta, acá tenemos
nuestro himno nacional.
Futa…
bernardogup@hotmail.com