APUNTES.
Manuel Rosete Chávez.
“Sufragio efectivo,
Sí reelección”
Alito
En los inicios de mi carrera profesional como periodista reportero de información
general en EL DICTAMEN, fui a la campaña del candidato Rafael Hernández
Ochoa que coordinó el extinto maestro Carlos Brito Gómez, después
Subsecretario de Gobierno con mucho poder y en el Comité Directivo Estatal del
PRI RHO puso al contador público Gonzalo Morgado Huesca, el más joven político
que ha ocupado ese cargo, además por seis años que no es poca cosa porque a
los gobernadores priistas les gustaba quitar y poner comités para cumplir
compromisos, para probar capacidades y en tiempos electorales para hacer sus
juegos de ajedrez.
Morgado pese a su juventud era un presidente muy respetado, como que se
trataba del colaborador de Hernández Ochoa que más aprecio le tenía. Fue el
sexenio del Tío Gonza quien al afecto que le brindaba RHO el respondía con
lealtad y honestidad.
Eran tiempos de gloria de un partido político que fue creciendo con un proyecto de
auténtico compromiso con el país, de construcción de un nuevo México y lo
lograron, lo atestiguan todas las instituciones que crearon y que sirvieron de sólida
estructura moral, de respeto y de autoridad sobre la que vivimos los mexicanos en
armonía y hasta nos convertimos en el líder de los países de América Latina.
Cuando al PRI le comenzaron a aparecer grupos de políticos opositores (la
izquierda y el PAN) tocaron techo y comenzó el declive: corrupción con los fondos
partidistas que eran públicos; trampas de todo tipo para ganar elecciones; venta
de candidaturas y así comenzó el descenso.
Se comienza a desgajar
Esa destrucción de el PRI que ayer se consumó con la convención a la que
convocó Alejandro Moreno Cárdenas solo para eliminar de los estatutos del PRI el
sostén ideológico de la NO REELECCIÓN, la explica de manera magistral el
periodista Raymundo Riva Palacio en su columna de ayer. Una de sus partes, la
que consideramos más importante la reproducimos para compartirla y así
informarnos todos.
“El partido se fue vaciando de ideología desde los 80 y de militantes en la segunda
década de este siglo. Las decisiones cupulares de las reformas del presidente
Enrique Peña Nieto fueron acompañadas por ambiciones personales y descuidos
políticos. Peña Nieto endosó el poder en una triada, donde dos de ellos, Luis
Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong, el primero que se volvió indispensable
por su control operativo e intelectual sobre el presidente, y el segundo que se
volvió el eterno acompañante y fixer de parrandas semanales hasta las
madrugadas, se disputaban la candidatura presidencial.”
“Les salieron muy bien las reformas estructurales por la complicidad política y
económica de las dirigencias del PAN y el PRD en el Pacto por México, un
andamiaje cupular cuyos beneficios –donde los hubo– no fueron explicados a la
militancia ni a sus electores. Las elecciones intermedias de 2015 le propiciaron el
primer nocaut. Los estados petroleros del golfo votaron contra el PRI en rechazo a
la reforma energética; los estados sureños lo castigaron por la reforma educativa,
y en el norte, no les perdonaron la reforma fiscal. La respuesta de Peña Nieto fue
seguir en la misma frivolidad e insensibilidad de lo que pasaba en las calles.”
“El segundo nocaut fue en 2016, cuando perdió siete de las 12 gubernaturas en
juego, incluidas las de Veracruz, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo, donde
habían mantenido el poder por casi 90 años. El tercer nocaut fue en 2018, cuando
perdieron la elección presidencial, aunque al hartazgo del electorado contra todos
los partidos, salvo Morena, tuvo la ayuda traicionera de Peña Nieto para contribuir
a la victoria de López Obrador al sacrificar al candidato priista, José Antonio
Meade, quitándole apoyos y dejando que muriera solo en las urnas, para obtener
la impunidad que disfruta en la actualidad.”
“Para entonces ya no había nocauts sino componendas ratoneras. La más
importante, que es lo que metió al PRI en la etapa final de su tobogán, fue en
agosto de 2019, cuando eligieron a Moreno como líder nacional tricolor, dejando
en el camino a Ivonne Ortega, a quien también traicionó Peña Nieto, por quedar
bien con López Obrador. Moreno, que es hechura de un viejo priista, José Murat
–cuyo hijo Alejandro, gobernador de Oaxaca, patéticamente se arrimó a pedir
migajas a Morena el año pasado–, fue promovido por el gobernador de Chiapas,
Manuel Velasco, quien lo llevó con el presidente a Palacio Nacional.”
“López Obrador vio con buenos ojos que Moreno fuera el dirigente del PRI para
que lo apoyara en la agenda legislativa para sacar sus reformas. Palomeado por
López Obrador, Velasco habló con Peña Nieto para decirle que López Obrador
quería a Moreno en la dirigencia del partido. Con la incidencia que mantenía en el
PRI desde Madrid, donde se autoexilió por sugerencia del Presidente, traicionó a
José Narro –uno más en la cuenta peñista– para que Moreno fuera ungido como
líder tricolor. Moreno no fue lo funcional que esperaba López Obrador, porque sin
la fuerza interna para vencer la oposición priista a la reforma eléctrica que propuso
incumplió con sus compromisos. Moreno trató de compensar a López Obrador con
las gubernaturas de Campeche e Hidalgo, que aunque entregó no satisfizo al
Presidente por haber roto los acuerdo previos, y avaló su persecución política en
Campeche. Sobrevivió porque no era tan importante como para descarrilar a un
adversario político que, en realidad, estaba haciendo trabajo de zapa dentro del
PRI.”
“Bajo Moreno el PRI continuó perdiendo gubernaturas, incluido el Estado de
México, el histórico bastión del partido. Al mismo tiempo, Morena se fue nutriendo
de priistas. Sus cúpulas, casi en pleno, se mudaron principalmente a Morena y al
Partido Verde, incubadora de López Obrador mediante la cual abrió espacios a los
tránsfugas del PRI. Las dirigencias que se quedaron, bajo la mano dura de
Moreno y su aliado estratégico Rubén Moreira, el diputado cuya esposa, Carolina
Viggiano, es la secretaria general del partido, se apoderaron de lo que queda del
partido, cargos políticos y presupuesto, lo único tangible en términos reales, en el
agonizante tricolor.”
“El PRI, como lo conocimos, está en extinción. Al mismo tiempo, aquel PRI que
fue hegemonía por casi siete décadas se encuentra en una rápida mutación hacia
Morena, que, como sucedió en el nacimiento del PRD, que fue su placenta, se
está fortaleciendo por priistas de todas las corrientes. Es una paradoja. Ese
partido que en los 80 perdió el alma antes que militantes y votos, y que se fue
desvaneciendo interna y electoralmente, encontró en López Obrador, un expriista
que se quedó conceptualmente estancado en un país organizado y manejado
como hace más de 40 años, la puerta para su reinvención.
Por afinidades ideológicas algunas –Morena tiene la visión de izquierda que tenía
el viejo PRI–, pero también porque es un atajo al poder, el partido-movimiento de
López Obrador se ha ido enriqueciendo en militancia por los tránsfugas tricolores,
que muy probablemente aumentarán su mudanza como consecuencia de lo
sucedido en la Asamblea Nacional este domingo, donde optarán por el PRI que
está vestido de Morena, que no apesta como el que encabeza la claque de Alito,
que no se ha dado cuenta de que están políticamente muertos.”
REFLEXIÓN
¿Habrá militantes de Morena que no crean que su partido ha servido de refugio de
miles de priistas tricolores que al ver la derrota mejor huyeron al nuevo PRI, que
es Morena? Escríbanos a mrossete@yahoo.com.mx | formatosiete@gmail.com