Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Un trascendido no confirmado pero tampoco desmentido, dice que
molesta por la casi inminente llegada de los Yunes de El Estero a
Morena, Rocío Nahle habló directamente con la presidenta
Sheinbaum para decirle: “Son más traidores que Judas Iscariote; si
los dejamos entrar a Morena terminarán echándonos a todos y se
quedarán con el partido”.
Convencida por su amiga, Claudia habló a Palenque: “Ya
conseguimos de ellos lo que queríamos; el voto 86 para aprobar la
reforma judicial. A cambio, les perdonamos las acusaciones penales
que tenían y les respetamos sus propiedades; pero aceptarlos como
militantes sería un exceso y una burla para usted, señor”. Y de
Palenque le hablaron a Adán Augusto López: “Esos sujetos jamás
militarán en nuestro partido”.
Hasta ahí el trascendido, lector.
Lo que sí es cierto es que Adán Augusto le dijo al senador Miguel
Ángel Yunes Márquez: “Es mejor irte a que te corran”. Y el hijo del
ex gobernador anunció que retiraba su solicitud para entrar a
Morena.
Horas después Luisa María Alcalde, que cobra como si en verdad
fuera la presidenta nacional de Morena, dijo que su partido decidió
no admitir la solicitud de afiliación del junior por ser incompatible
con los artículos tal y tal de sus estatutos, además de que mantiene
una militancia activa en el PAN.
Yunes Márquez reviró ayer: “No necesito estar en un partido
político. Estoy en un movimiento y estoy apoyando a la presidenta
Claudia Sheinbaum”.
Pero también ayer, el diputado Ricardo Monreal (al que le gusta
mucho tensar la liga) le dio un espaldarazo de este tamaño al
declarar: “Si él no hubiese actuado por convicción y con
responsabilidad republicana, no hubiera habido reforma judicial,
simple y sencillamente”.
Acá en la aldea, Esteban Ramírez Zepeta, que también cobra como
si fuera dirigente estatal de Morena, dijo que la patada a Yunes
Márquez “Es un triunfo del morenismo”. Pero miente.
La triunfadora es Rocío Nahle y nadie debe negarle el crédito.
Rocío fue la primera en inconformarse cuando se habló de que los
Yunes de El Estero pasarían a engrosar las filas de su partido: “En
Morena nos reservamos el derecho de admisión” dijo. Y su
inconformidad aumentó cuando los vio de la mano de Adán Augusto
López y Gerardo Fernández Noroña.
Llegó un momento en que la gobernadora se quedó sola, pero no
quitó el dedo del renglón: “Los Yunes nunca serán militantes de
nuestro partido; nunca entrarán”. Y no entraron.
Ahora viene la guerra entre ella y los Yunes por las alcaldías de
Veracruz y Boca del Río que desde el principio de este milenio han
pertenecido al clan de El Estero.
Por el lado del PAN van dos hechuras del ex gobernador Yunes
Linares: Indira Rosales San Román que es candidata a la alcaldía del
puerto de Veracruz y Marijose Gamboa que buscará la alcaldía de
Boca del Río.
Por Morena la candidata para el puerto jarocho es Rosa María
Hernández Espejo y para Boca del Río Bertha Ahued, que cuentan
con todo el apoyo de la gobernadora y del aparato del partido
guinda.
No deja de ser paradójico que el blanquiazul que no quiere ver ni en
pintura a los Yunes de El Estero, haya postulado como candidatas a
dos de las más connotadas figuras del yunismo. Pero así es esto del
abarrote.
¿Quiénes ganarán? ¿Las que acusen a sus rivales de traicionar a las
mujeres y defender a presuntos violadores, como lo hicieron las
legisladoras de Morena que votaron en contra del desafuero de
Cuauhtémoc Blanco? O las que acusen a las panistas de traidoras
porque Miguel Ángel Yunes Márquez votó a favor de la reforma
judicial.
La contienda se va a poner buenísima lector, pero si ganan las
morenas, el triunfo de la gobernadora Nahle sobre sus odiados
rivales será de antología por dos razones: porque entregará dos joyas
a la presidenta y al señor de Palenque, y mandará a los Yunes al
cajón de los trebejos indeseables de donde difícilmente saldrán.
bernardogup@hotmail.com