Prosa aprisa.
Arturo Reyes Isidoro.
El lunes, El Financiero y El País, dos medios de referencia en México, publicaron
encuestas que difieren en gran proporción una respecto de la otra.
La primera acorta la desventaja de Xóchitl Gálvez a solo 16 puntos de Claudia
Sheinbaum (48-32%); la segunda da una diferencia de 27 puntos de la morenista
sobre la opositora (54-27%).
La del diario especializado en finanzas se hizo por la vía telefónica los días 12-13 y
26-27 de enero y la del diario español edición México entre los días 19 y 22 de
enero a través de muestras en vivienda.
La enorme diferencia hizo a que Héctor Aguilar Camín comentara ayer que reina
un desorden en las encuestas y que parece que retratan dos elecciones, que se
tienen dos retratos de lo mismo.
Opina que divergencias tan amplias confirman que la demoscopía ha perdido el
rumbo frente a la política y que las encuestas no dicen lo que está pasando con la
precisión y el rigor que prometen y que necesitamos de ellas.
El proceso electoral en Veracruz confirma su aserto. “Encuestas” de Eric Cisneros
y Zenyazen Escobar los daban por ganadores de la candaditura de su partido. Hoy
el único activo, Zenyazen, anda mendingando que Rocío Nahle se le acerque y le
permita tomarse una foto de él, pero siempre separados por una valla metálica.
Pero lo mismo les ha pasado con la zacatecana a la que han inflado tanto que la
hicieron llegar artificialmente a porcentajes desproporcionadamente altos en los
que ya no puede crecer más, sino solo venir de caída (Newton estableció el
principio de que todo lo que sube tiene que bajar).
El viernes pasado me llamó mucho la atención la columna “Las Encuestas” de
Alejandro Moreno el Consultor-Director de Encuestas y Estudios de Opinión de El
Financiero.
La tituló “El efecto primavera”, no para referirse a la Primavera de Praga en 1968 ni
a la Árabe en 2011, sino a lo que él llama las primaveras electorales en México,
sobre todo en las elecciones presidenciales de 2000 a 2018.
Explicó que abordaba el tema porque en foros ha escuchado la idea de que las
preferencias electorales rumbo a la próxima elección, medidas en diversas
encuestas, no han cambiado mucho y que ante esa falta de movimiento se
argumentan cosas como que las candidaturas no importan o que las campañas
son irrelevantes, que ya está todo decidido, añado.
Mencionó que en las encuestas de su medio, entre octubre y diciembre hubo poco
cambio; que la intención de voto por Claudia tuvo variaciones de entre 2 y 4
puntos porcentuales, mientras que el apoyo a Xóchitl varió entre 1 y 3 puntos.
Aclaró que variaciones no significan cambios cuando se trata de ejercicios
muestrales como las encuestas, que tienen un margen de error convencional de
hasta 6 puntos en valor absoluto, y que fuera de esas variaciones, las
preferencias se han mantenido relativamente estables.
Entró en materia. Dijo que eso no es nuevo. Recordó que en las elecciones
presidenciales del año 2000, las primeras que le tocó cubrir con encuestas
periodísticas, las preferencias comenzaron a moverse hasta cierto momento; “en
2006, también; en 2012, también y, en 2018, también”.
“Probablemente usted ya dedujo a qué momento me refiero: la primavera. De
acuerdo con las encuestas que me ha tocado coordinar y publicar, los cambios
más notables en las preferencias se han registrado en los meses de primavera”.
Hizo entonces una revisión de las elecciones que mencionó, comenzando con las
últimas.
Citó que en 2018, el ascenso de AMLO en las preferencias, cuando
prácticamente se despegó del resto, se comenzó a registrar a partir de marzo y
con mayor claridad en abril.
Rememoró que entre octubre de 2017 y febrero de 2018, el apoyo a AMLO había
registrado variaciones de apenas 3 puntos en la serie de encuestas de El
Financiero, con apoyos entre 35 y 38 por ciento, o sea, estable, y que a partir de
la primavera, su ascenso fue meteórico, rebasando 50 por ciento.
En 2012. AMLO vino de atrás para empatar a Josefina Vázquez Mota en abril, y
para mayo ya se había situado en un sólido segundo lugar, muy cerca de Peña
Nieto, por lo menos en las encuestas que hizo entonces para Reforma en ese
año, como la de los 4 puntos que se publicó en mayo.
Entre marzo y mayo, meses de primavera, el apoyo a Andrés Manuel subió de 22
a 34 por ciento, mientras que el apoyo a Vázquez Mota bajó de 32 a 27 por
ciento, aunque la subida de López también se benefició de una ligera baja en el
apoyo a Peña.
En 2006, “uno de los swings” más interesantes en las preferencias durante esa
contienda se registró en abril, cuando Calderón se puso ligeramente arriba de
AMLO. El entonces candidato del PRD argumentaba que él iba 10 puntos arriba
en las encuestas, pero lo que se observó era otra cosa: una contienda muy
cerrada, la cual tomó cierta dinámica en los meses de primavera.
Y en el año 2000, las preferencias estuvieron muy estables hasta que llegó el
mes de abril, cuando las encuestas mostraron una contienda que se cerraba
entre Fox y Labastida.
Recordó que pocos sondeos previeron el triunfo foxista, pero sí registraron el
cierre de la brecha, en la primavera. “Lo que la serie de encuestas que hicimos
entonces en Reforma dejó documentado fue que el swing reflejó más una caída
en el apoyo de Labastida que un crecimiento en el apoyo a Fox”.
Concluyó: “Llamarle a todo esto un ‘efecto primavera’ es no saber nada sobre
causalidad, ya que los cambios deben ser atribuibles a ciertos factores, más allá
de la estación: las campañas, los eventos y su cobertura, el estado de ánimo del
electorado, etcétera. Pero el cambio en preferencias en año electoral ha sido,
hasta ahora, un fenómeno de primavera. En retrospectiva, no habría por qué
esperar cambios antes de la primavera”.
Precisó: Lo que ha sucedido antes no necesariamente se repite, pero en cada
elección, de 2000 a 2018, la primavera ha traído cambios. “Veremos si la de 2024
también”.
Interesante. Por la percepción que se tiene, parece que en Veracruz no se ha
esperado a la llegada de la primavera para percibir un cambio. ¿a favor de quién
creen? Quién crea que esto ya está resuelto, creo que más valdría esperar.