LA CASA BLANCA Y EL PALACIO/2

Nov 20, 2024 | Columnas

Sin tacto.

Por Sergio González Levet.

Pues sí, los presidentes de Estados Unidos viven en una mansión decorosa, con
sus lujos, como corresponde al asiento oficial de una nación tan poderosa.
Pero ellos y sus familias sufragan religiosamente lo que por normatividad les
corresponde pagar. Dólar que viatican, dólar que justifican con un recibo o una
factura de curso legal.
Dentro del decoro que se merece quien tiene la investidura de una nación tan
poderosa, cada uno de quienes han trabajado en la oficina oval han sido austeros
a su manera, porque nunca han gastado un peso de más en el ejercicio cotidiano
de su función.
Por el contrario, acá en México se pueden apreciar los grandes derroches de
quienes asumen la austeridad como un slogan de campaña y sólo como un
material de convencimiento para las masas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió irse a vivir al Palacio
Nacional, al edificio histórico que guarda los misterios y las hazañas de nuestros
gobernantes desde el tiempo de la Colonia. Desdeñó las oficinas y las
instalaciones de Los Pinos porque decía que eran un lujo innecesario y
significaban un derroche, y muy a lo populista convirtió el lugar en un foro público.
¡Ese mismo lugar que había construido el presidente Lázaro Cárdenas para no
vivir en un palacete, el Palacio de Chapultepec, al que dejó resguardado como un
museo!
Y resulta que el Presidente austero, que solamente tiene un sueldo de 128 mil
pesos después de impuestos, se fue a vivir a otro Palacio, el Nacional y para que
eso fuera posible tuvieron que remodelarlo y construir entre sus paredes

centenarias un departamento para que habitaran en él AMLO, Beatriz Gutiérrez
Müller y el hijo de los dos, el buen Jesús Ernesto.
El costo de la manutención y los aperos necesarios para la familia presidencial
e México subió considerablemente porque al ser el Palacio una construcción
resguardada por el INAH, se tuvieron que hacer muchas contorsiones
arquitectónicas para afectar en lo mínimo los resguardos de la historia nacional
que ahí persisten.
Y no, el Presidente no pagó nada de su bolsillo por vivir en el Palacio Nacional:
ni comidas, ni bebidas; ni ropa, ni accesorios personales; ni lujos, ni
modernidades. Todo todo todo lo que gastaron la pareja López Gutiérrez y su
vástago salió del erario, y a nadie le tuvieron que dar cuenta de los pagos hechos
a cuenta de la nación.
El lujo discreto de los gringos se confronta con la carísima austeridad de los
funcionarios mexicanos de la 4T.
Y de lo que cueste la Presidenta daremos cuenta cuando YSQ le preste por fin
el departamento para que se vaya a vivir ahí.

sglevet@gmail.com