¿LA DESPEDIDA?

Sep 30, 2024 | Columnas

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Sin tacto.

Por Sergio González Levet.

De acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos -ésa
que tanto ha desconocido y vilipendiado el feneciente régimen-, hoy a las 12 de la
noche terminará el sexenio mocho de Andrés Manuel López Obrador, y el
Patriarca dejará de ser, al menos en el papel, el titular del Poder Ejecutivo
nacional.
Muchos ciudadanos de bien han esperado este día como una bendición, y
están alborozados porque consideran que por fin acabarán la pesadilla, la
iracundia, la división, los insultos bajunos, la falta de ética… ¡que por fin acabarán
las mentiras mañaneras!
Muchos ciudadanos optimistas creen que el Mesías tropical entregará mañana
la banda presidencia y con ella el poder gubernamental que recibirá -haiga sido
como haiga sido- la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer que
estará al frente de la nación desde que somos tal.
Pero los pesimistas que nunca faltan (otros los consideran más bien objetivos)
ven con recelo las señales que ha ido mandando el Peje tabasqueño, que indican
su falta de deseo de retirarse completito a La Chingada -tal el nombre de su
rancho- y su no oculta intención de seguir mandando debajo del agua, atrás de la
cortina y arriba de las nubes.
Por lo pronto, AMLO ya dijo hace poco que piensa quedarse unos días más en
México, para irse aclimatando (¿aclimatando? Si quisiera acostumbrarse al tiempo
atmosférico debería hacerlo en el lugar al que supuestamente se va a ir, no al que
iría a abandonar).
La más clara y reciente señal de que no quiere soltar el poder, es que invitó a
una cena a los poquitos mandatarios que vendrán a la toma de posesión de la

Presidenta. ¿Cómo para qué?, se preguntan muchos que piensan que si él ya se
va, debería dejarle todo el espacio a su sucesora.
Pero el señor está montando en su macho, como se montó en los demasiados
vivas y en los inexplicables mueras en el balcón central del Palacio, y como se
aferró a la campana de Dolores el día del Grito, a la que le dio más de 50
badajazos porque no quería atender a que tenía que dejar el balcón, que ya debía
hacerse a un lado de la historia.
Hoy tendría que despedirse Andrés Manuel, y estaría bien si lo hiciera, y si lo
hiciera como le diera su real gana, pero que verdaderamente se fuera y dejara en
paz por fin a esa pobre mujer, a ese guiñapo en que convirtió a su delfina, que
quieras que no se convertirá mañana en la Presidenta de todos los mexicanos…
hasta de él.
Si la deja.
Sólo para documentar la historia: al presidente Lázaro Cárdenas le llevó dos
años quitarse de encima la supremacía de Plutarco Elías Calles.

sglevet@gmail.com