LA LARGA MARCHA

Ago 13, 2024 | Columnas

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Sin tacto.

Por Sergio González Levet.

La larga marcha que empezó, ralita, el pasado domingo 11 frente a las
instalaciones del INE en toda la República, significó el primer paso de una larga
travesía que tendrá su primera meta intermedia en 2027 y su desembocadura en
2030, cuando nuevamente se dirima quién gobernará el país y bajo qué principios.
Allá cuando esté por concluir la primera mitad del sexenio, los mexicanos que
votaron contra la Cuarta Transformación y los que lo hicieron a favor del proyecto
de AMLO estarán tal vez renovados en su esperanza por la nueva forma en que
se están llevando las cosas públicas, o tal vez un poco más decepcionados
porque todo continuó como antes, en bajada pensarán…
Tres años son una eternidad para los que sufren los embates del poder; tres
años son un suspiro para quienes lo detentan y/o lo gozan.
Habrá corrido mucha agua bajo los puentes y sobre la paciencia de los
mexicanos cuando estemos otra vez con la monserga de las elecciones, con los
gritos y pataleos, con el desprecio a las leyes que sustentan la democracia.
Los militantes del partido oficial querrán convertirse en candidatos del partido
oficial y para ello acelerarán las luchas en contra de sus correligionarios, ubicados
como siempre en las tribus encontradas que la izquierda hace nacer por
generación espontánea en todos los lugares en los que domina, y en los que no
también.
En 27 y desde 2026 las contiendas internas estarán en su máxima expresión,
encarnizadas, voraces. Todos contra todos, los morenistas lucharán por los
despojos de una curul federal, de una local, de una alcaldía o una sindicatura o
una regiduría. Lo cosa es estar dentro del presupuesto -gozarlo intensamente-,
como recomendaba el Tlacuache Garizurieta.

Pero este domingo pasado ya no hubo las grandes marchas de la primavera
que Xóchitl nos trajo a los hijos de la patria bendita. Es natural. Los ciudadanos, ya
lo dije, están desilusionados, desalentados, espantados.
Pero esa marcha escasa es la marca de la derrota que se niega a seguirlo
siendo; es la flama de la democracia que permanece encendida y que en un
momento volverá a llamear intensamente, como lo hizo durante las grandes
concentraciones en favor de la legalidad, en contra de la violencia y la corrupción.
Al Patriarca le quedan 59 días en el puesto. Los va a querer aprovechar al
máximo; exprimirá hasta la última gota del poder que le otorgó el pueblo y que mal
usó. Cada día que pasa son menos los que lo escuchan, los que lo atienden, los
que lo siguen.
NO son pocos los que avizoran que, por fortuna, Claudia Sheinbaum conoce
muy bien la historia del presidente Lázaro Cárdenas del Río.
Ojalá…

sglevet@gmail.com