LA LENGUA DE TÁCITA MUTA

Jul 22, 2025 | Columnas

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Columna La Lengua de Tácita Muta: “El funcionario de utilería que gana más que la Gobernadora”

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Angélica Cristiani Mantilla <cristianiangelica@gmail.com>6:35 p.m. (hace 3 horas)
para Cco:mí

Hay un arte del disimulo que en Veracruz se ha convertido en política pública. Y no me refiero al teatro, aunque la Dirección de Actividades Artísticas de la Secretaría de Educación esté hoy comandada por un actor de reparto sin libreto, sin experiencia y con un sueldo de protagonista.

Ángel Alberto Borjas Solorza es el nombre del funcionario en cuestión. Un hombre que, sin experiencia en artes, sin trayectoria en educación pública y sin una cédula profesional válida al momento de su nombramiento, fue designado como Director de Actividades Artísticas de la SEV. El cargo suena poético, pero el contexto es tragicómico: Borjas ha sido señalado por amenazas a docentes, violaciones a derechos laborales y por algo que, en una democracia, debería bastar para su destitución inmediata: ganar más que la gobernadora del estado. Y no por méritos, sino por omisiones, trampas y —permítaseme el término escénico— mucho maquillaje administrativo.

De acuerdo con la Plataforma Nacional de Transparencia y la solicitud con folio 301153525000563, Borjas percibe un sueldo mensual neto de $69,873.64, compuesto por un salario base de $35,000 y una “gratificación extraordinaria” (también conocida como compensación) de $34,873.64. Este monto excede el tope legal para su cargo ($53,139.29) y supera incluso el salario mensual neto de la propia gobernadora Rocío Nahle, que según el Decreto de Presupuesto de Egresos 2025, es de $67,800.42. Borjas gana $2,073.22 más que Rocío Nahle y $5,342.58 más que la secretaria de Educación, Claudia Tello Espinosa.

¿Inaudito? Tal vez. ¿Ilegal? Con toda seguridad.

El Artículo 127 constitucional es claro: ningún servidor público puede percibir un ingreso mayor que su superior jerárquico, a menos que existan circunstancias extraordinarias debidamente justificadas (un trabajo técnico especializado, por ejemplo). ¿Cuál fue la especialización que justificó su salario? ¿El intento de la instalación de una app espía para vigilar a los docentes? ¿O su paso por cargos menores como director de turismo en Coacoatzintla, donde cobraba $7,000 pesos al mes?

Porque sí, antes de dar el salto cuántico a los casi 70 mil pesos, Borjas apenas figuraba en la función pública. Su currículum tiene el grosor de un boleto de metro y la seriedad de una promesa de campaña. En enero se hizo público que Borjas no contaba con cédula profesional al asumir el cargo. Y cuando por fin apareció una, correspondía a una licenciatura en Derecho obtenida en un instituto de Oaxaca cuyo rector, Miguel Ángel López Zúñiga, dirige una red de escuelas de dudosa reputación. Además, Borjas ya había presumido antes otro título (en Ciencias Políticas) emitido por una institución sin validez oficial, lo cual nos deja ante un fenómeno educativo inédito: un funcionario que colecciona títulos apócrifos como si fueran cromos del Mundial.

Pero lo más preocupante no es su cinismo personal, sino la permisividad institucional. Claudia Tello, secretaria de Educación, no solo ha ignorado el cúmulo de evidencias, sino que ha premiado la ineficiencia y el abuso con su silencio. A pesar de que Borjas ha causado conflictos con sindicatos, inseguridad laboral entre los docentes y tensiones con el propio aparato educativo, sigue firme en su silla, como si se tratara de una función teatral en la que nadie puede interrumpir al actor, aunque esté olvidando sus líneas.

La secretaria Tello, lejos de asumir responsabilidades, se refugia en discursos optimistas y declaraciones huecas. Afirma que “es tiempo de mujeres” y que en la SEV “vamos muy bien”, aunque los datos la desmienten. Su cercanía con la gobernadora Rocío Nahle, lejos de fortalecerla, la exhibe. Porque cada vez que aparece a su lado, lo que llega no es un logro, sino una queja, una protesta o un escándalo.

Mientras tanto, los verdaderos dramas de la SEV siguen sin resolverse: más de 20 mil horas clase vacías en materias básicas, cooperativas escolares con recursos retenidos, fallas en el sistema de control escolar, y una escasez de maestros que hiere “en el alma”, como ha dicho la gobernadora.

La única política educativa visible hasta ahora parece ser la del encubrimiento. Y ese es el verdadero costo de la impunidad: cuando premiamos el fraude con sueldos dorados, castigamos la honestidad con abandono presupuestal. Mientras miles de docentes hacen malabares con recursos limitados, Borjas se embolsa mensualmente una cantidad que, sumada por los siete meses que lleva en el cargo, representa $117,140.45 fuera de toda norma y legalidad.

La gobernadora Nahle ha dicho recientemente: “Aquí hay libertad de expresión, con convenio o sin convenio, pero con respeto”. Y tiene razón. El respeto comienza por no mentir, no simular, no encubrir. Hablar bien de Veracruz —como también exhortó— implica hablar con verdad, aunque esa verdad duela más que un regaño frente al pizarrón. Gobernadora, hablemos con claridad: no es tiempo de cómplices, ni de funcionarios de utilería que cobran como estrellas del arte que nunca han ejercido. No es tiempo de mujeres que encubren a sus peores cuadros. Es tiempo de dignidad, transparencia y profesionalismo.

Gobernadora Nahle, usted ha dicho que cada quien debe hacer su trabajo. Yo ya hice el mío: investigué, corroboré, expuse. Ahora le toca a usted poner orden. Y no me refiero solo a Borjas, sino al entramado que lo protege. Porque un caso así no se sostiene solo. Necesita silencio, complicidad y omisión.

Si Borjas continúa en su puesto, no será porque el sistema no supo, sino porque no quiso. Y si Claudia Tello sigue mirando hacia otro lado, será inevitable concluir que su lealtad está más cerca del clientelismo político que de la ética pública. Ahora que los ojos están puestos en las nóminas de la SEV me es inevitable preguntarme ¿qué otros funcionarios ganan más que la Gobernadora?

El telón no puede seguir bajando sin aplausos ni justicia. La función terminó, señora gobernadora. Su turno.