AL PIE D ELA LETRA
Raymundo Jiménez
Rosalba Hernández Hernández, como muchas mujeres indígenas de Veracruz y del país,
tuvo una infancia muy, pero muy difícil.
Nació en una comunidad de Chicontepec, en la Huasteca veracruzana, de donde fueron
desplazados tras el secuestro de su padre, a quien un grupo armado obligó a huir junto con
su familia. Creían que era el dueño de la hacienda en la que trabajaba como vaquero.
Se fueron a la cabecera municipal, donde desde muy pequeña tuvo que trabajar. A los seis
años de edad laboraba en una fonda cercana a la Alcaldía. Se dedicaba a lavar platos, lo que
le valió el mote de “la niña del banquito”, porque por su corta estatura tenía que subirse a
un banco de madera para alcanzar el fregadero.
Se volvió muy popular y se ganó el cariño de la clientela que acudía a desayunar y a comer.
Incluso cuenta que el presidente municipal, que no había podido tener hijos, la quiso
adoptar legalmente. Pero su madre se negó y, como pudo, partiéndose el lomo trabajando,
la joven mujer –quien se había casado con su padre alcohólico siendo una menor de edad–
sacó adelante a sus ocho hijos, a los que dio sustento y educación.
En la actualidad, lo que Rosalba profesionalmente es, nadie se lo regaló. Todo lo ha
obtenido con su propio esfuerzo y méritos propios, siempre motivada y empujada por su
insistente madre.
En su infancia conoció y se ganó el cariño del doctor Roberto Bravo Garzón, a la sazón
rector de la Universidad Veracruzana (UV), y de su esposa, la doctora Mercedes Gayosso, a
los que el gobernador en turno, Rafael Hernández Ochoa, les asignó como labor extraoficial
realizar trabajo social en la sierra de Chicontepec.
Sin embargo, a pesar de su lazo afectivo, Rosalba jamás se valió de la influencia política y
académica de estos prominentes personajes para lograr sus objetivos profesionales.
A pesar de las carencias económicas de la familia, logró cursar primero la licenciatura en
Derecho y luego, con esfuerzo propio, concluyó la maestría y el doctorado sin el apoyo ni
la recomendación de ningún padrino, más que el acicate de su madre. Por la presión de ella
concursó por una plaza académica en la UV y luego, en 2019, decidió participar en la
convocatoria para una magistratura del Tribunal Superior de Justicia del Estado. No
albergaba esperanza alguna, pues no conocía al gobernador Cuitláhuac García ni tenía
relación con algún influyente funcionario de esa administración estatal. Sin embargo, su
mamá la animó: “si no compras boleto, ¿cómo quieres sacarte la lotería? ¡Participa,
ándale!”. Luego se enteró que, en cada gira por el estado, el mandatario aprovechaba para
leer durante el trayecto algunos de los 400 expedientes de los aspirantes inscritos. Se
sorprendió cuando le comunicaron por teléfono que era una de las elegidas.
Actualmente es magistrada de la Sala Constitucional del Tribunal Superior de Justicia del
Estado y se registró como candidata en la elección judicial local para continuar en el mismo
puesto. Hasta la noche de este lunes sumaba alrededor de 120 mil votos, 10 mil más que su
más cercana seguidora. De confirmarse su ventaja, sería la próxima presidenta del TSJE.
Están intentando desacreditar su cantado triunfo, al insinuar que se lo debería al próximo
presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar Ortiz, un abogado
de la Mixteca oaxaqueña con quien, en efecto, ha tenido relación por el activismo de ambos
en favor de los grupos indígenas que, a nivel nacional, representan el 33 por ciento del
padrón electoral y que, cuando se comprometen a votar por un proyecto o un candidato,
salen a sufragar.
Pero, si Aguilar Ortiz hubiera podido meter mano en la elección judicial, seguramente lo
habría hecho también para favorecer a su entrañable amigo José Hernández Hernández, el
hermano de Rosalba que contendió por un cargo en la judicatura federal y que
lamentablemente perdió.
En el caso de Veracruz, desafortunadamente, el Órgano Público Local Electoral (OPLE) ha
contribuido a alimentar las suspicacias, ya que, hasta anoche, después de más de 36 horas
de la caída de la plataforma de conteo de votos de la elección del Poder Judicial del Estado,
ésta no se había podido restablecer según que por fallas técnicas.
Según publicó el reportero Javier Salas Hernández, de Alcalorpolitico.com, el cómputo de
la elección judicial inició a las 8 de la mañana de este lunes en 26 de los 27 Consejos
Municipales Habilitados, pero que al filo del mediodía el sistema se cayó. El OPLE lo
atribuyó al dizque “altísimo” número de personas que seguían el proceso, pero que al
momento de la supuesta falla sólo estaba computado el 1.8% de las actas de los 21 mil 832
paquetes electorales que se generaron en 5 mil 485 casillas seccionales.
Ese mismo lunes por la noche, después de las 22:00 horas, la presidenta del Consejo
General del OPLE, Marisol Alicia Delgadillo Morales, expuso que al momento seguían
evaluando para corregir la falla. “Nos encontramos en el análisis de las rutas viables para la
reanudación o reinicio (del cómputo). Los paquetes electorales están y seguirán
debidamente resguardados en las bodegas respectivas con certificación de la Oficialía
Electoral”, dijo.
Pero, ¿después del cochinero y burdo fraude electoral que acaban de denunciar y exhibir
dirigentes y candidatos de Movimiento Ciudadano en la elección de alcaldes en municipios
como Poza Rica, Papantla y Pánuco –en los que acusan a Morena de haber alterado las
actas de escrutinio en complicidad con funcionarios electorales–, alguien le puede creer a la
consejera presidenta del OPLE que, en cambio, el recuento de votos en la elección judicial
ahora sí será impecable?