Prosa aprisa.
Arturo Reyes Isidoro.
La gobernadora electa Rocío Nahle mostró ayer un aspecto poco conocido, hasta ahora,
de ella: el de política política.
Anunció que, por el cuidado de las formas, no asistirá este martes a la instalación de la
LXVII Legislatura del Estado.
“Siempre hay que cuidar las formas, y en política más, porque cuando hay respeto e
institucionalidad las cosas van mejor”.
En declaración a Primera Emisión de Noticieros En Contacto, que conduce Luis Ramírez
Baqueiro, recordó que ella entra en funciones hasta el 1º de diciembre, por lo que, “con el
debido respeto, no voy a asistir”.
Dijo, sin embargo, que sí lo harán, como invitados y cuidando las formas, algunos de
quienes integrarán su gabinete.
A pregunta del entrevistador, opinó que el nuevo coordinador parlamentario del grupo
mayoritario de Morena, Esteban Bautista Hernández, es un líder social con años de
servicio comunitario y experiencia de gobierno.
Recordó que el también nuevo presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo)
del Congreso local fue alcalde de Tatahuicapan en dos ocasiones y diputado federal.
Aprovechó para comentar que su gobierno hará compras consolidadas para garantizar el
uso correcto de los recursos y evitar dispendios y gastos innecesarios; que austeridad no
es solo recortar salarios sino hacer más eficiente el manejo del recurso público.
La nueva Legislatura quedará instalada en una sesión solemne que tendrá lugar a las
11:00 horas y que dará paso al inicio del primer periodo de sesiones ordinarias del primer
año de ejercicio constitucional.
Recibió a diputados aliados
A través de las redes sociales, Rocío informó que recibió ayer a los nuevos diputados
locales de las bancadas del PVEM y del PT, partidos aliados de Morena. Dijo que
trabajará con ellos en forma coordinada.
TEPJF dio palo definitivo a Vicente Aguilar
Por otra parte, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
(TEPJF) validó la asignación de la diputación plurinominal que otorgó el OPLE a Elizabeth
Morales García y que confirmó la Sala Regional del propio TEPJF.
Con ello, acabaron con la intención del dirigente estatal del PT, Vicente Aguilar, de
quedarse con la curul y de paso rompieron con su cacicazgo político partidista, ya que
desde hacía muchos años acaparaba todos los cargos legislativos para él o para sus
familiares.
Marisol Delgadillo y Eva Barrientos dieron duro golpe a Tania Vásquez
Una guerra de baja intensidad… política reflejó la resolución de la Sala Superior del
TEPJF en contra del Tribunal Electoral de Veracruz (TEV), que, dando la razón al OPLE,
devolvió la diputación plurinominal local a Elizabeth Morales García y se la quitó a Vicente
Aguilar, ambos del PT.
Para decirlo en cristiano, Marisol Delgadillo Morales, del OPLE, y Eva Barrientos Zepeda,
del TEPJF, le dieron palo legal electoral a Tania Vásquez Muñoz, del TEV. Es tiempo de
mujeres, sin duda. Para algunos, Tania actuó contra la exalcaldesa de Xalapa por alguna
razón personal.
El caso sirvió, de paso, para que las tres afilaran navajas de cara al proceso electoral
municipal que inicia el jueves próximo. Si se recuerda, Tania no tuvo empacho en
aparecer en un mitin político de Morena, organizado por Eleazar Guerrero Pérez en
Banderilla, en el pasado proceso electoral. Van, pues, a navajazo limpio.
Manuel quiere sana distancia Morena-Gobierno
Ante la visita a Veracruz, el sábado, de los dirigentes nacionales de Morena, Luisa María
Alcalde y Andrés López Beltrán, el senador Manuel Huerta se pronunció por una clara
separación entre Morena y el gobierno del estado.
Expresó que actualmente los dirigentes parecen más empleados del gobernador, como en
Veracruz entre Esteban Ramírez Zepeta y Cuitláhuac García Jiménez. “Los dirigentes
estatales deben tener voz propia y representar los intereses del pueblo, ya ni voz tienen,
nunca se les lee, nunca se les escucha nada más que ser instrumento de las consignas
del gobernador en turno, que era lo que ocurría en el viejo PRI, y hay que cuidar que en
Morena eso no ocurra».
De Duarte a Cuitláhuac o cómo arrastrar la investidura hasta el suelo (II)
Comenté ayer que el 10 de octubre de 2016 estallé en este espacio; que estaba
escandalizado por la forma impropia en el vestir con la que se conducía el entonces
gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Dije que consideraba que no se conducía con la propiedad de la investidura a la que lo
obligaba su carácter de gobernador del estado; que le faltaba al respeto y que la rebajaba
a la de cualquier gobernante bananero.
Que le dediqué dos columnas con los encabezados: “La fotografía” (10 de febrero de
2012) y “La forma de vestir” (10 de octubre de 2016), y que la primera motivó que tomara
represalias en mi contra.
Y que, a la distancia, ocho años después, viendo el comportamiento impropio con el que
se ha conducido durante su mandato el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, creo que
me ahogaba en un vaso de agua.
Su desparpajo en el vestir
Con respecto a lo que narré ayer, de la forma en el vestir con la que Duarte recibió a la
embajadora británica, no mejoró y menos se refinó en el resto en el que estuvo en el
gobierno.
Así, cuatro años y ocho meses después, exactamente un mes antes de que huyera
acorralado por las denuncias de corrupción que había en su contra, el 7 de octubre de
2016, en uno de sus últimos actos públicos, en Pánuco, volvió a mostrar el desparpajo
con el que se vestía y le faltaba el respeto a su investidura.
Ese día, en un acto conmemorativo por los 50 años de la aplicación del Plan DN-III,
apareció como caja fuerte (sin combinación… en los colores de su ropa). Mientras que los
comandantes de la Sexta Regional Militar y de la Primera Región Naval se presentaron
luciendo sus uniformes de gala, verde olivo y blanco, respectivamente, Duarte llegó
chamagoso, con mocasines café, pantalón café-zapote mamey muy madura, camisa azul
celeste, informal, arremangada de las mangas. En fachas, pues.
Se trataba de un acto oficial, de una institución que hace de la formalidad en su vestir uno
de sus toques de distinción, como es el Ejército, pero Javier llegó vestido con ropa casual
como se vestiría un joven común para ir a un antro. No vestía apropiadamente como
correspondía a su investidura y para la relevancia y la fecha del acto que se trataba.
¡Válgame Dios!, me dije. No soy experto en imagen, pero haber tratado de cerca durante
30 años a varios gobernadores a mi paso por el servicio público, algo aprendí sobre la
importancia que tiene el cuidado de la imagen del gobernante, empezando por su forma
de vestir.
Recurrí entonces a un artículo de Claudia Fernández Silva, “El vestuario como identidad,
del gesto personal al colectivo”, publicado en: Fernández, C. (2013). De vestidos y
cuerpos. Medellín: UPB.
“Al vestirnos, preparamos nuestro cuerpo para el mundo social; por medio de la ropa que
elegimos y su combinación creamos discursos sobre el cuerpo: aceptable, respetable,
deseable, violento o abyecto. Nuestro modo de vestir denota indefectiblemente una toma
de posición, tanto en un sentido de inclusión (a un grupo, una identificación con un género
musical), de exclusión o diferenciación frente a un referente establecido (familia,
compañeros de estudio, otros jóvenes del barrio). De esta manera, como artefactos
culturales, el vestuario y los diferentes elementos de decorado corporal se convierten en
vehículos de expresión, símbolos de identidad y declaraciones de una preferencia
estética, nuestros cuerpos vestidos hablan y revelan una cantidad de información sin
mediación de las palabras”.
Comenté entonces: En su forma de vestir, Duarte proyectaba exactamente el desorden
que era y tenía en su gobierno. Una pieza de un color, otra de otro, una tercera de otro
tono; sin uniformidad, que llevaba a la falta de coherencia; sin orden, que denotaba
descuido; improvisación, porque elegía al azar, sin planear, ni siquiera el tipo de ropa y los
colores que iba a usar al día siguiente o para tal acto, según su importancia; sin darle
relevancia a la alta representación que tenía al no vestir apropiadamente de acuerdo a su
investidura, lo que explicaba por qué nadie lo tomaba en serio y todos le faltaban al
respeto.
Era evidente que su esposa Karime no se ocupaba de él y que no tenía un asesor de
imagen que le sugiriera, que le aconsejara, que lo vistiera de acuerdo a la actividad que
iba a encabezar, para que proyectara el mensaje adecuado. Como hoy Cuitláhuac García
Jiménez no tiene esposa o compañera que lo vista en forma apropiada o un asesor de
imagen que haga esa tarea. Pero continuaré y concluiré con el tema mañana.