Prosa aprisa.
Arturo Reyes Isidoro.
El 14 de diciembre pasado, el periodista mexicano Jorge Ramos comentó en su columna
del diario Reforma su despedida del Noticiero Univisión, que durante 38 años transmitió
para todo Estados Unidos y varios países de América Latina.
Con el subtítulo “Lección de periodismo de Jorge Ramos”, en ese entonces comenté en
este espacio varias de las ideas que expuso sobre nuestro oficio y profesión. Dijo algo
que me quedó grabado: “El periodismo te permite ser joven y rebelde toda la vida”.
Estoy totalmente de acuerdo. Hay de aquel que se dice periodista y que cae en el
conformismo, incluso que termina complaciente con el poder, claudica de su deber
profesional, pierde su espíritu crítico y solo se dedica a aplaudirle por algún interés
personal, e incluso pone en entredicho a un compañero o compañera en lugar de
solidarizarse con él o con ella ante una situación de riesgo.
Con motivo de haber alcanzado los 400,000 suscriptores, el diario El País de España, que
tiene una edición en México, celebró el viernes pasado un evento especial en Madrid en el
que su directora, Pepa Bueno, expresó en forma contundente: “Todos los periodistas
profesionales sabemos bien que el poder siempre ha hecho uso de la mentira. La enorme
novedad en este momento es que la mentira se difunde de manera desafiante, impune,
sabedora de su falsedad. Por eso, contra los agoreros, hace falta más periodismo que
nunca”.
Luego de ya casi 55 años –que voy a cumplir el 10 de mayo próximo– en el oficio, en la
profesión periodística, como periodista pienso y deseo morir con ese espíritu joven y
rebelde, por lo tanto, tratando no solo de formar opinión sino de mover conciencias,
llamando a la rebeldía social contra la mentira oficial, la injusticia y la impunidad, algo muy
alejado de la “paz y el orden social” que algunos pretenden.
Perro no come carne de perro
Vengo de la vieja escuela de periodismo, la de la segunda mitad del siglo pasado, donde
una regla de oro no escrita que observábamos al pie de la letra era la del dicho de que
perro no come carne de perro.
Deriva del hecho de que la mayoría de los animales carnívoros no consumen a otros de
su misma especie; ergo, que entre nosotros, los periodistas, los que deveras somos
periodistas –porque hay muchos mercachifles, algunos hasta con cargos–, debemos
evitar dañarnos.
De siempre, me he fijado como regla obligatoria ser respetuoso con todos mis
compañeros, aunque muchas veces no esté de acuerdo con sus puntos de vista o aunque
en algún momento me agredieron y me siguen agrediendo por algún interés personal o
porque les pagaron para que lo hicieran.
Hoy no puedo sustraerme, no quiero hacerlo, a un desafortunado exhorto público de la
Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP) en la que se
nos llama a “colaborar y mantener un clima de paz y orden social”. Digo que se nos llama
porque arrasaron parejo, no hicieron distinción y nos incluyeron a todos “los
comunicadores del estado”.
Se equivocan sus directivos e integrantes, porque, como se dice en el texto de marras, su
proceder tuvo como base un “incidente en el que se vio envuelta una comunicadora que
se encuentra bajo el protocolo del mecanismo federal de protección”, cuando “uno de los
escoltas que tiene asignado realizó un disparo al aire con el aparente propósito de
amedrentamiento”. Si acaso, el exhorto debió haberse limitado a los compañeros que
están bajo esa condición y si deveras se justificaba.
Por la seguridad de la compañera involucrada no se puede dar su nombre, y en mi caso
no quiero dar detalles (tengo una versión creo que lo más puntual de lo que ocurrió),
porque, como se puede deducir, desde el momento en que tiene protección federal su
seguridad personal corre peligro, y eso fue exactamente lo que estuvo en riesgo y el
escolta solo cumplió con la misión que tiene: protegerla.
La CEAPP habla de “un disparo al aire con el aparente propósito de amedrentamiento”.
¿Aparente propósito? ¿Entonces emitió su “exhorto” sin tener la seguridad de a qué se
debió el disparo, cuál fue el verdadero propósito de la acción del agente que la cuidaba y
cuida? Por experiencia sé que tan pronto como tuvo lugar el incidente, los responsables
debieron haber viajado de inmediato al lugar de los hechos para asegurarse de que la
compañera estuviera bien y con personal de la Fiscalía iniciar la investigación
correspondiente, incluyendo la versión de ella y del encargado de su protección.
Por fortuna, mi compañera está bien, y lo celebro, pero, por lo que se deduce del
“exhorto”, por haber salvado su vida y habérsela salvado su escolta, alteraron “el clima de
paz y orden social” (?) y por eso el extrañamiento de la Santa Inquisición. ¿Desde cuándo
ellos, los compañeros de la CEAPP, se convirtieron en los guardianes de la paz y el orden
social en Veracruz? ¿Peor, grave y preocupante, en la conciencia de los periodistas
veracruzanos, en sus censores inquisitoriales, como para pedirles que lleven “un
comportamiento ético y profesional en su vida pública y privada”? ¿Es que acaso ellos
son o han sido ejemplo de comportamiento ético y profesional como para tener la
autoridad moral de querer darnos lecciones de conducta personal? Su misión es muy
clara: tienen el deber, ellos sí, ético, moral y profesional, de atender y proteger a los
periodistas, una obligación además porque cobran por ello.
No, así no compañeros. No acepto, por ningún motivo, que nadie se meta en mi vida
privada, que es sagrada, y menos que trate de decirme cómo debo de comportarme, pero
tampoco en mi vida profesional, de la que yo soy el único responsable. Paz social, solo la
de los sepulcros. Yo quiero una sociedad viva, actuante, demandante, inconforme,
protestante, que no se deje. Yo quiero un gremio profesional, crítico, de denuncia, no
sumiso, que alce la voz pero que también le dé voz a quienes no tienen cómo hacerse
escuchar.
Qué pena con la gobernadora Rocío Nahle que fue quien los propuso. Qué pena porque
casi estoy seguro que ella lo que menos quiere y necesita es una prensa callada,
censurada o autocensurada, sumisa, que no mueva a los veracruzanos a despertar del
letargo en que durante seis años hizo caer Cuitláhuac García Jiménez a Veracruz,
causándole un severo retraso. Qué pena porque lo que necesita es un buen
acompañamiento mediático y no lo es quien por no molestar a los guardianes de la buena
conciencia opta por “la paz y el orden social”.
Me dio gusto y me reconfortó profesionalmente que algunas organizaciones de periodistas
como la Red en Memoria y Lucha de Periodistas Asesinados o Desaparecidos, la
Asociación Mexicana de Comunicadores y Periodistas (AMECOPE), de Xalapa, que
encabeza en el estado Juan de Dios Sánchez Abreu, y la Asociación Periodistas
Veracruz, del puerto jarocho, al frente de la cual están los compañeros Rodolfo Herrera
Sánchez, Oscar Pedro Reyes Castelán, Araceli Baizabal Andrade y Raúl Díaz Cruz,
alzaron la voz, protestaron y dijeron que “Cualquier intento de censurar, coartar, inducir o
intervenir en la conducta y vida privada de los periodistas queda fuera de alcance de toda
autoridad, más aún de un organismo que no es Oficialía de Partes y carece de esa
atribución”. Me da pena que la ACOVER de Xalapa, que más agremiados tiene, sus
directivos, así como otras agrupaciones, guardaron silencio, que no puede ser más que
silencio cómplice.
Ante estas actitudes, ante estos amagos para tratar de silenciar a la prensa, cuánta razón
tiene la directora de El País: “… contra los agoreros, hace falta más periodismo que
nunca”.