Prosa aprisa.
Arturo Reyes Isidoro.
Es posible que en el futuro inmediato pierda algunos lectores porque, me lo dicen
claramente, no tienen el “ánimo” de abrir y leer mis columnas en las que comento sobre la
Gobernadora Electa Rocío Nahle.
Los entiendo, o trato de entenderlos. No sé si los pierda en forma permanente, porque si
la declaran luego Gobernadora constitucional, no habrá forma de evitar ocuparse de ella,
de lo que haga o deje de hacer.
Percibo en muchos veracruzanos frustración y enojo. Frustración porque no ganaron sus
candidatos Xóchitl Gálvez y Pepe Yunes. Enojo porque quedaron en nada las denuncias
de presuntos actos de corrupción lo mismo de integrantes del gobierno de Cuitláhuac
García que de la Gobernadora Electa.
Dentro de todo el panorama, lo único que cayó bien entre esa masa que quedó
inconforme fue el anuncio del nombramiento del alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued, como
secretario de Gobierno en la administración que viene.
El mensaje de una lectora de calidad es muy ilustrativo del ambiente que priva entre
muchos veracruzanos. Como el suyo, aunque con otras palabras, pero con el mismo
sentido, recibí otros más. Transcribo (obviamente, omito el nombre):
“¡Arturo, que buena noticia! Es una bocanada de oxígeno que Ahued acepte estar en el
cargo que mencionas.
Solo te quiero compartir algo curioso: fíjate que en días pasados que vi que tu columna
era de temas de Nahle, no tuve ánimo de abrirla. En serio, no pude.
Y lo más relevante es que me percaté de las mismas reacciones de mis amig@s o
compañeros respecto de notas sobre esta mujer. Qué fuerte, ¿no?
Nos sentimos agraviados muchos veracruzanos; es afrentosa su imposición desde su
origen hasta su imagen de corrupción, talante despótico y cínico, mismo de su cuna, la
4T”.
Inquieta creer que se impondrá la impunidad
Al margen del festejo de quienes ganaron y de quienes simpatizan con ellos, hay, quedó
descontento en muchos veracruzanos. Claramente se percibe que los inquieta creer que
se impondrá la impunidad, igual que como pasaba en los gobiernos del PRI, esto es,
comprobar que nada ha cambiado.
Pienso y creo que la señora y quienes integran su equipo tienen que legitimarse, tendrán
que hacerlo para ganarse la confianza y credibilidad de quienes serán sus representados,
claro, con la excepción de quienes creen a ciegas en todo lo que dice López Obrador,
quien dice que ella es honesta.
Ciertamente, no se puede ser concluyente ni condenar a nadie mientras no haya la
sentencia de un juez, y la presunción de las partes tiene que prevalecer, tanto del que
acusa y como de quien niega, hasta que no se demuestre culpabilidad o inocencia. Para
la nueva, futura gobernadora, nada sería mejor que demostrara plenamente que está
limpia de toda sospecha.
Ese sería un gran primer paso –aparte del anuncio del nombramiento de Ahued– para
empezar a sumar a los miles que no votaron por ella, poco más de un millón de
ciudadanos, que son una minoría pero que cuentan y cuya participación en la vida pública
del estado debe considerarse si se quiere avanzar en unidad, que no en uniformidad.
La gente quiere y espera respuestas
Conforme cesa el ruido del sorpresivo resultado de la votación, el ciudadano vuelve a
retomar la inquietud sobre si las denuncias de presuntos actos de corrupción de algunos
funcionarios del gobierno de Cuitláhuac García no se van a investigar y no se va a
enjuiciar a nadie. La gente quiere y espera respuestas.
Comento que los que van a llegar deben y tienen que legitimarse, pues no ganaron
porque de veras el electorado, los veracruzanos que los llevaron al triunfo, se morían y se
mueren de simpatías por ellos, porque les reconocen una gran obra bienhechora en
beneficio del pueblo. Si así lo creen, entonces están desubicados y viven fuera de la
realidad.
Ganaron porque, nuevamente, como en 2018, los arrastró al alza la imagen de López
Obrador y porque ahora tenían todo el dinero para comprar la elección, como lo hicieron.
El electorado, pues, votó por interés, por el beneficio, no por la idoneidad de las personas.
No es cierto que por su popularidad, porque salgan a la calle y se formen multitudes
alrededor de ellas para saludarlas y no lavarse las manos en muchos días.
Ahued, con las mejores intenciones, pero estará subordinado
En este espacio no he escatimado reconocimiento para Ricardo Ahued. Su inclusión
atenúa el descontento contra la señora, pero me surgen inquietudes hasta dónde va a
poder responder a las expectativas que despierta, no porque se dude de su capacidad,
sino porque su condición política ahora será otra.
Tengo la impresión de que lo invade la euforia del momento, y cómo no va a ser, tanto por
el triunfo de su partido como el de su amiga, a la que se suma la del anuncio de su
nombramiento. Se le ve feliz, sonriente, incluso se diría que hasta radiante.
Ayer nuevamente ocupó espacios principales en los medios y en las redes sociales, y
atrajo los reflectores, por su reacción, expresada a los medios, sobre la invitación que
recibió. Me atrajeron la atención los dos últimos párrafos del boletín sobre lo que dijo.
Explicó que asumir la titularidad de la Secretaría de Gobierno fue una decisión planificada:
“Ella tiene esperanza en un servidor y yo confianza en lo que hago. No soy gente de mala
fe, puedo tener capacidades y algunas deficiencias, pero siempre le pongo empeño a las
cosas que hago. No me alimenta ni la maldad ni el odio”.
Confió en no defraudar a la Gobernadora Electa ni a la sociedad, así como en tener la
preparación para conciliar con todos los sectores sociales y fuerzas políticas los temas
que interesan a los veracruzanos, ya que la campaña electoral terminó y “hoy todos son
veracruzanas y veracruzanos, todos tienen derecho a ser escuchadas y escuchados”.
Se lee, se escucha, suena bien. Creo que casi nadie duda de que no es de mala fe (hay
quienes no lo quieren, por supuesto, pero son los menos), de que es empeñoso, de que
no lo alimenta la maldad ni el odio, ni de su propósito de conciliar con todos; de que
quiere darles, respetarles su derecho a ser escuchados.
Habla de que la invitación fue una decisión planificada. Seguramente sabe, entonces, está
consciente de que no es autónomo, que estará subordinado a lo que diga, ordene y
mande la titular, y que por mucho empeño y decisión que tenga en hacer bien las cosas,
con todos, lo logrará hasta que tope con los intereses de ella. Ojalá y yo me equivoque.
Sé que hasta ahora son muy buenos amigos, que se entienden muy bien y que tienen los
mejores propósitos. Por mi experiencia, no dejo de considerar que en política se acaban
las amistades. Te estoy ordenando, hazlo, yo soy la gobernadora. Y se tiene que hacer.
Luego de lo que le pasó con Eric Cisneros, a quien llevó a la Secretaría de Gobierno y él
terminó traicionándola y le jugó la contra, y luego de que vio cómo se le encaramó a
Cuitláhuac García Jiménez y prácticamente él hacía las funciones de gobernador, no creo
que vuelva a confiar en nadie, ni en su sombra, y, por lo tanto, que se repita otro caso en
que el segundo sustituye al primero, o a la primera.
Confío y creo en Ricardo y celebro su llegada al nuevo gobierno. Ojalá y a la señora no le
entre el celo porque ya está jalando los reflectores y de ella casi nadie se acuerda, salvo
yo, lo que me cuesta lectoras, lectores. ¡Ay!