Desde el Café.
Bernardo Gutiérrez Parra.
Del ramillete de asesores que tiene Rocío Nahle, alguno debe saber
los nombres de los 212 municipios veracruzanos y su manera de
pronunciarlos; sobre todo, los que tienen raíces totonacas, huastecas,
olmecas, chinantecas, mazatecas, nahuas, olutecas, otomíes,
sayultecas, tepehuas, zoques o incluso castellanas.
Por lo anterior, nada le costará decirle a la señora: “Mira Chío, no se
dice Suluama sino Ozuluama. Tampoco se dice Tuspan sino
Tuxpan. No es Tepache sino Temapache, ni se dice Castillo yo te
hallo, sino Castillo de Teayo”.
Un buen asesor debe untarle a su asesorada (o asesorado) un poco
del barniz del municipio que va a visitar, a fin de que conozca algo
de su historia y costumbres.
Casi todos los municipios veracruzanos tienen sitios emblemáticos,
comida que los representa y hasta sus propios héroes. Por lo que es
hasta una obligación del candidato o candidata conocerlos y
referenciarlos en el lugar correspondiente. A los tuxpeños, por
ejemplo, siempre les gustará escuchar de un político de renombre
decir que Tuxpan es el “Puerto de los bellos atardeceres”, pero se
van a sacar mucho de onda si lo escuchan declarar que es la “Cuna
de la Revolución Mexicana” porque esto simplemente no es cierto.
Con Rocío así funcionan las cosas; da la impresión de que su
campaña la está haciendo al trancazo y sin un plan preconcebido. Y
en Yecuatla comenzó lo que parece será, un rosario de
equivocaciones.
Dicen, a mi no me consta, que cuando llegó a ese municipio
preguntó “¿Y aquí qué onda?”. Y uno de sus asesores que vio un par
de vacas pastando por ahí, le dijo que era un municipio ganadero.
Eso bastó para que Rocío se trepara al templete a prometer a sus
habitantes que impulsará la ganadería y la industria pecuaria, cuando
Yecuatla es eminentemente cafetalero.
Que un turista ignore que hay un lugar se llama José Azueta o que el
estado tiene 212 municipios, vaya y pase. Pero que lo ignore una
mujer que tiene viviendo 38 años en Veracruz y quiere gobernar la
entidad, es simplemente imperdonable.
Este jueves fue a Atzalan a prometer que rehabilitará la carretera
Tlalixcoyan- Atzalan, cuando el tramo a rehabilitar es el de
Tlapacoyan-Atzalan. También fue a Tamiagua en lugar de ir a
Tamiahua. Y en una de esas es capaz de decir que para quelites
asados los de Tepetzintla y nada como el zacahuil de Zongolica;
cuando los quelites se siembran, cosechan y se comen en Zongolica
y el mejor zacahuil es el de Tepetzintla, (aunque el de Álamo no le
va a la zaga).
Son muchos, demasiados los desbarres de esta mujer cuando aún no
se cumple la primera semana de campaña. Y eso es grave, tanto que
un colega me dijo con ácida sorna: “Si sigue así llegará el momento
en que hasta sus más fieles seguidores digan: ‘Vamos al mitin a ver
qué babosadas dice nuestra candidata’”.
O Rocío toma junto con sus asesores un curso intensivo sobre la
cultura, historia, costumbres y problemas de Veracruz (y de paso lee
la vida de los grandes corruptos que ha tenido la entidad y cómo
libraron la cárcel), o va a tener algo más que serios problemas para
ganar la gubernatura.
La zacatecana está lejos de ser como Vicente Fox al que sus dislates
como candidato le agenciaban más adeptos. Su hosquedad, mal
carácter, su nula empatía con los veracruzanos, sus promesas huecas
y vanas que no convencen a quienes la escuchan y el sambenito de
corrupta que carga, le están jugando una muy mala pasada.
Dudoso y peligroso acercamiento
A media semana me dijeron que varios morenos están buscando un
acercamiento con Pepe Yunes, para (textual me dijo mi fuente)
“ponernos a sus órdenes y ofrecerle nuestros servicios”. Lo que no
me extrañó ya que en todo proceso electoral las primeras en
abandonar el barco a punto del naufragio son las ratas. Pero abrí los
ojos como platos cuando me aseguraron que entre quienes buscan
ese acercamiento estaría José Luis Peña Peña el esposo de Rocío
Nahle. En lo personal no lo creo, pero ¿será?
bernardogup@hotmail.com