Sin tacto.
Por Sergio González Levet.
Debo confesarte a ti, enterada lectora, y a ti, sacrosanto lector, que el lunes
pasado, cuando escuché de boca de Pepe Yunes el reconocimiento de que los
datos provisionales que estaba dando el OPLE marcaban una distancia muy
grande en favor de Rocío Nahle, sentí una profunda tristeza ante el fin del sueño
veracruzano que aquél había encabezado en los últimos seis meses.
Al asumirse como un demócrata convencido y aceptar esas primeras cifras
electorales, Pepe nos dio una muestra fehaciente del tamaño de su honestidad,
pero al mismo tiempo nos congeló la emoción, la esperanza; se nos perdieron las
ilusiones que muchos veracruzanos habíamos ido concibiendo de que de su mano
volveríamos a ser el mejor estado de México, que lo somos no obstante que le
pusieron la pata en el cuello a nuestro poderío, a nuestras capacidades y en una
de ésas hasta a nuestro orgullo.
Fue para muchos un lunes negro, ensombrecido por la parafernalia de quienes
se ostentaban como ganadores, aunque no ha comenzado siquiera el recuento
oficial de los votos. Entre esas palabras llenas de ruido y furia, nuestra tristeza,
nuestra nostalgia, nuestra angustia por los tiempos que pudieron haber sido y ya
no serían nos nubló el espíritu y nos acongojó el alma jarocha que todos traemos
resplandeciente en un pedazo del corazón.
Pero para eso somos jarooooochos… ¡a fuerzas!
Sé porque lo vi, porque los vi, que los seguidores de Pepe tuvieron una
epifanía, y el martes despertaron con una expresión muy nuestra, si me disculpan
la palabra: ¡Ah cómo chingaos no! Y con ese enunciado en la mente y en la boca
salieron a recuperar el ánimo, a reiniciar la alegría, a refundar la esperanza.
Y Pepe, que conoce a sus paisanos como nadie, entendió lo que le estaban
pidiendo todos, así que en la misma mañana salió a declarar las palabras que
resucitaron a Veracruz:
—Vamos a impugnar la elección, porque hay muchas irregularidades.
Y la alegría volvió a reinar entre nosotros, aunque sabemos que lo que nos
espera será difícil y arduo.
Un vocero cárnico
Uno de esos reporterillos que compró el partido oficial difundió en sus paupérrimas
redes un libelo en el que acusa de chayoteros, vendidos, calumniadores e
insultantes a todos los periodistas que criticaron de alguna forma la candidatura de
la ingeniera Rocío Nahle. Ese plumífero infame que, como su mecenas, no sabe
escribir dos palabras bien, se lanzó a denostar a los medios más importantes de
Veracruz, a los periodistas más reconocidos y a todos los que cupieron en su larga
lista de la ignominia.
Pero además, el tinterillo se atrevió a amenazar a todos ellos de que no podrán
trabajar en ni con el Gobierno de Veracruz, y poco le faltó para exiliarnos del
estado en el que nacimos.
Muchos esperamos que la candidata que está contendiendo llame al orden a
ese perro rabioso, o a quien lo cuchilea, porque ya está poniendo en sospecha a
su Gobierno que aún no ha sido declarado oficialmente como tal.
sglevet@gmail.com