Sin tacto.
Por Sergio González Levet.
Muchos colegas presumen no sin justicia los reconocimientos que han recibido
como fruto de su labor de años enfrente de las noticias y atrás de la máquina de
escribir y ahora de la computadora.
También algunos charlatanes o seudorreporteros se ostentan como premiados
por un trabajo que nunca han realizado, y convencen a lectores incautos de que
son la quintaesencia de un oficio que no tienen, una vocación que no sienten y
una profesión que no ejercen.
La realidad es que -aunque la mayoría deja discretamente sus preseas en el
olvido del cajón de su escritorio- en Veracruz casi todos los reporteros tienen
cuando menos un premio nacional de periodismo, y ese incidente se da por dos
razones.
La primera es el afán premiatorio de Uriel Rosas, que ha tomado como fuente
de vida y de sustentación el otorgar anualmente una sustanciosa cantidad de
galardones a casi todos los que ejercen el noble oficio de informar. Después de 30
años de sobrevivir con sus galas y/o comelitonas del 7 de junio -muchas de ellas
abundantemente sufragadas por políticos ingenuos pero dadivosos-, Uriel ha
logrado que los chicos de la prensa tengan en su casa, ya colgado o ya olvidado
en un rincón, uno de sus estentóreos diplomas. Llegó el caso de un reconocido
director que le solicitó no le diera más colgandijos porque ya no tenía donde
ponerlos en las paredes de su domicilio.
La segunda razón por la que todos los reporteros de Veracruz son premios de
periodismo, es porque todos los días exponen su humanidad y hasta su vida a
cambio de sueldos miserables, de la malquerencia de los funcionarios, de la
violencia de las policías, de la amenaza de los criminales.
El periodismo es la profesión peor pagada y la más peligrosa en México… pero
algo tiene que no deja de haber mujeres y hombres que toman ese difícil camino
de vida y hacen de él una profesión de fe. Después de jornadas agotadoras y de
luchar por su supervivencia, la reportera y el reportero llegan a su casa con un
enorme cansancio, con unos pocos mendrugos, pero con la enorme satisfacción
de haber contado de la mejor manera las cosas importantes que suceden en ese
mundo que se les volvió en contra.
El lector que nos lee y que nos cree, es el que otorga el mejor premio de
periodismo, y no es uno nacional, sino mundial… universal.
Por eso todos merecen el mayor galardón, por eso todos son premios
nacionales de periodismo, hasta los reporteros verdaderos que han sido
premiados por Uriel.
sglevet@gmail.com