SARA SERÁ

May 26, 2024 | Columnas

WEB MASTER
Últimas entradas de WEB MASTER (ver todo)

Adalberto Tejeda-Martínez.

Los dos exrectores y la exrectora de la Universidad Veracruzana autónoma se han
manifestado a favor de la coalición PRI-PAN-PRD. Esa posición política es
motivada por tres afrentas que a diario reiteran los gobiernos estatal y federal:
ataques a los organismos autónomos, fundamentales en una democracia;
desprecio por la calidad en los servicios, particularmente en la educación (véase
las universidades Benito Juárez), y el desdén al conocimiento prefiriendo tomar e
imponer decisiones según el gusto del líder supremo.
El rectorado de Víctor Arredondo (de 1997 a 2004) significó una refundación de
la UV. Convivió con los gobernadores Patricio Chirinos y Miguel Alemán. El
primero había impulsado la autonomía, quizás forzado por instancias federales,
pero fue respetuoso del proceso. Alemán recurrió a la UV cuando la necesitó para
dirimir asuntos difíciles, como la controversia por las tarifas eléctricas entre la
Comisión Federal de Electricidad y los ayuntamientos del sur del estado, a
sabiendas de que la autonomía le daba credibilidad a la UV como mediadora.
A Raúl Arias (2004-2013) le tocó lidiar con un gobernador intervencionista, Fidel
Herrera, que pedía plazas para sus protegidos y puestos para sus incondicionales;
pretendía entregar presupuesto a cambio de recuperarlo duplicado para sus fines
políticos. Con sagacidad, Arias supo capotear la gran mayoría de esos embates.
Los dos años de convivio con la frivolidad y voracidad de Duarte debieron ser una
pesadilla, pero los libró.
Más allá de algunos errores y tropiezos, en Arredondo y Arias prevaleció el
interés por la calidad educativa, la autonomía y la estabilidad universitarias. Lo
mismo se puede decir de la exrectora, de quien se abundará dada su condición de
candidata a senadora postulada por el bloque opositor.
El rectorado de Sara Ladrón de Guevara (2013-2021) enfrentó la exacerbada
ambición de Duarte. Respetuosa de la institución gubernamental, Sara fue cortés
con Duarte mientras pudo. Pero el adeudo del gobierno estatal para con la UV iba

creciendo y llegó un momento en que fue insoportable, para la comunidad,
primero, que llamó a una marcha, y después la rectora llamó a una segunda y a
una tercera. Enfrentó amenazas para su hijo adolescente, críticas por su
formalidad, en algunos casos, y por su arrojo, en otros. Al final ganó la batalla y
quedó asentada en la Constitución de Veracruz la obligación gubernamental de
asignarle a la UV el cuatro por ciento del presupuesto estatal, derecho cuya
defensa ha rehuido la actual administración universitaria.
¿Cometió errores? Varios en la gestión cotidiana, y uno quizás mayor al
promover una nueva Ley Orgánica que no era mejor que la anterior. Pero
abandonó el proyecto a tiempo, y salió de la Rectoría con la cara en alto y las
manos limpias.
Ahora Sara quiere ser senadora, para defender la autonomía de los organismos
autónomos, la calidad en la educación superior y los presupuestos para las
universidades públicas. Sería una voz de la sociedad civil, pues no ha militado ni
milita en partido alguno y en consecuencia en el Senado ejercerá el voto libre de
ataduras partidistas. Tiene experiencia política pues lidió ocho años con una
comunidad diversa y enorme, como la universitaria, y la representó ante
organismos externos y poderes legítimos diversos. Conoce a Veracruz no sólo en
su superficie, sino también en su subsuelo que como arqueóloga ha excavado
para desenterrar vestigios de nuestras culturas prehispánicas.
Por todo eso, Sara será.