Entre Columnas
Martín Quitano Martínez mquim1962@hotmail.com
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“Cuando se le preguntó cómo comienza el fascismo, Bertrand Russell contestó:
Primero, fascinan a los tontos. Luego, amordazan a los inteligentes»
Los pasos se dieron con la marcialidad debida; no cabían las distracciones. La transformación ordenada desde el 2018 establecía romper, destruir y capturar todo lo que fuera necesario para lograr instalar los pisos del proyecto que se conformaba desde las lecturas, la comprensión, los complejos y los odios del caudillo. Este primero de junio la República acabó de ser resquebrajada al compás de las simulaciones y las atrocidades ejecutadas desde los dictados impuestos en ese “plan C” que terminaría de cumplir la implementación autocrática que define los nuevos tiempos de nuestro país.
Al partir al “retiro”, el presidente Obrador dejó muy clara las líneas que debían seguirse. La ordenanza irrefutable era el segundo piso; las líneas y acciones a las que no debía movérseles ni una coma. Todo lo imaginado por el señor debía quedar atado, bien atado, por la gracia de dios, como en la España Franquista hasta el final de los años del “caudillo por la gracia de dios”.
En su vocería cotidiana, la presidenta hace gala de arrogancia y estulticia cuando se refiere a la farsa del primero de junio: “inédito, impresionante, maravilloso, democrático… por supuesto que fue un éxito la elección”, festejando que 13 millones de personas “salieron a votar”, cuando ha sido el ejemplo de la simulación autocrática más claro.
En su mente, en su diatriba contra “los conservadores” que no fueron a votar, “la mejor presidenta del mundo” según lo asegura el caudillo, esa “jornada democrática” ha significado que el pueblo marcó un hito en la historia de nuestro país, para dejar en claro que la palabra y el liderazgo del timonel está fuera de duda y las cosas marchan como lo planeado, como lo ha decidido “el pueblo”. Lo que ella no dice, es que de entre los poquitos que fueron a las urnas, la mayoría votó en contra anulando sus boletas. Una bofetada de realidad del pueblo, malo y bueno.
Quienes ahora amarran sus pisos de transformación, lo hacen sin legitimidad, con las peores prácticas, sin rubor y con desvergüenza, porque suponen que con lo que hasta ahora han logrado, se les permitirá mantenerse en el poder por mil años. Su concepción protofascista les llena y colma el ego y alienta sus comportamientos de permanencia. Con el desaire de los millones de personas que no los acompañaron en su farsa, queda establecido el punto de volatilidad de su otrora convocatoria electoral.
Más temprano que tarde obtendrán la adecuada respuesta social a su mal gobierno, a la descomposición institucional e incompetencia administrativa, a la abundante y evidente corrupción, al desenfreno de sus soberbias.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Las palabras pesan, habría que recordarlo siempre, más aún quienes ahora gobiernan.