Sin tacto
Por Sergio González Levet
La idea está flotando en el viento -que dijera el Premio Nobel Bob Dylan- y en una
de ésas alguna autoridad, extasiada por el fervor autóctono, la hace realidad. Se
trata de nombrar alguna colonia de una ciudad con el nombre de la recién finada
Francisca Viveros Barradas, conocida internacionalmente como Paquita la del
Barrio, la paladina de las mujeres engañadas, la reina del despecho, la emperatriz
del desquite contra los machos. Y entrados en gastos, poner a las calles los
bonitos títulos de sus canciones más famosas.
Podría ser en Xalapa o en el Puerto de Veracruz, aunque se antoja más que en
nuestra tierra fuera en el municipio de Alto Lucero de Gutiérrez Barrios, el lugar en
donde nació la diva el 2 de abril de 1947.
Nació, creció y después de convirtió en un referente y mecenas contra las
miserias del pueblo, a tal grado que todos se sentían, cuando menos, sobrinos de
la tía Paquita. Recuerdo entre ellos a mi querida tía Betsabé Barradas, casada con
mi tío Gonzalo González Hernández, que por la edad era más bien prima, y
cercana, de la famosa cantante. También el prestigiado Rector de la Universidad
Tecnológica de Cancún, el maestro Julián Estrada Aguilar, se manifiesta como
pariente afectuoso.
Metidos en la idea, podría ser que la alcaldesa de Cuauhtémoc en la Ciudad de
México, Alessandra Rojo de la Vega, recordara que Paquita nunca cayó en el
encantamiento del Peje y por eso decidiera cambiarle el nombre a la Colonia
Guerrero y ponerle el de la querida estrella de la música folklórica.
Ahí fue donde nuestra paisana empezó su carrera musical y restaurantera,
cuando puso La Casa de Paquita, un lugar en el que se comía muy sabroso y
había la oportunidad de escuchar a su dueña -dueña de una voz excepcional y un
estilo inigualable- que cantaba canciones muy sentidas y hasta divertidas en
contra de ellos. Ahí recalaban muchos famosos de la farándula y la comunicación,
como Jacobo Zabludowsky y Memo Ochoa, que fue el que la presentó en su
programa mañanero de allá por los años 70 y la hizo famosa para siempre.
Bueno, pues el Barrio de Guerrero, en la zona tepiteña de la Ciudad de México,
tiene como uno de sus referentes culturales La Casa de Paquita -del mismo
tamaño que la UdeG, La Única de Guerrero, una cantina famosa por sus botanas-.
Imagine usted la nueva Colonia Paquita la del Barrio (de Guerrero), con su
nomenclatura tan cálida como la avenida “¿Me estás oyendo, inútil?”, en esquina
con la calle “Rata de dos patas”. O la privada “Tres veces te engañé”, paralela al
boulevard “Me saludas a tu madre” y perpendicular a “Piérdeme el respeto”.
Cuando menos sería mejor aceptada que la jalada de las alcaldesas de Tultitlán
(Ana María Castro Fernández, entrante, y Elena García Martínez, saliente) y en el
Edomex con su Colonia Cuarta Transformación, que por fortuna ya van a
desaparecer.
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