EL HUMOR MEXICANO

Nov 7, 2024 | Columnas

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Sin tacto.

Por Sergio González Levet.

Después del triunfo devastador de Donald Trump y su MAGA (Make America
Great Again), con el que se completa la hecatombe total de la libertad y la
democracia como las conocíamos hasta ahora, queda un sentimiento de
desolación y de orfandad para los espíritus libres del mundo.
¿Qué se puede hacer en estos momentos? Sentarse a lamer las heridas como
los viejos leones y esperar con una paciencia activa que fluyan mejores tiempos
para la humanidad, si es que sobrevive a las andanzas de un loco colocado en el
sitial más destructivo del planeta y de la historia.
Mientras, vayamos a otros temas que nada tengan que ver con la política y sus
veleidades, que tanto daño han hecho a los mexicanos desde que somos tales.
El ingenio mexicano es una de las joyas que nos identifican como pueblo. Es
celebrada en todo el mundo la capacidad imaginativa de los nacidos en esta
nación magnífica, y por eso el gran reconocimiento que tienen nuestras estrellas
en el firmamento literario, científico y diplomático. De ahí los premios Nobel que
presumimos con justa razón: Octavio Paz, Mario Molina, Alfonso García Robles.
Pero la creatividad refulge con alguna mayor brillantez en el ámbito del humor
popular y del uso peculiar con el que hacemos evolucionar el idioma.
El habla mexicana ha dado paso a verdaderos estilistas de la palabra y de la
picaresca, con Cantinflas al frente, pero con muchos más creadores geniales a su
lado. De ahí los inusitados logros lingüísticos del albur, el riquísimo valor
conceptual del chiste, las magníficas historias de los cuenteros de los pueblos, de
los que Juan Rulfo es el paladín mayor, y que tuvieron en Eraclio Zepeda al mejor
de sus juglares.

Yo creo que si Sigmund Freud hubiera estado algún tiempo en México, su libro
El chiste y su relación con el inconsciente seguramente habría sido cuando menos
mucho más divertido de lo que ya es, y hubiera explorado otras cuevas
insondables de la creatividad humana.
Recuerdo de ese libro del genio de Viena, que todo chistoso debería leer
cuando menos una vez en su vida, un cómico fragmento
“Hablando de una persona que al lado de excelentes cualidades presentaba
grandes defectos, dice N:
“‘Sí, la vanidad es uno de sus cuatro talones de Aquiles’¨.
El mexicano ha dejado volar su estro (“Inspiración ardiente del poeta o del
artista”, según la RAE) desde que nos heredaron a fuerzas el castellano como la
lengua oficial. Dado que los indios originales no reconocían el nuevo idioma como
algo propio de su cultura, tuvieron la libertad de jugar con él y transformarlo sin
ninguna consideración, y con eso lo enriquecieron para siempre.
Si me permite usted, mañana seguiré bordando sobre el tema, nada más por el
placer de no hablar de Trump y su triunfo demoledor.

sglevet@gmail.com