DON JESÚS Y OTTO /2

Mar 28, 2025 | Columnas

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Sin tacto

Por Sergio González Levet

Se acaban de cumplir hace unos días 40 años de que don Jesús Reyes Heroles
dejó este mundo, aunque su vida y su obra han mantenido su influencia en la
historia política de México. Por esa razón, el “Sin tacto” pasado y éste están
dedicados a recordar a re-traer los recuerdos que tuvo de él uno de sus más
cercanos y aprovechados discípulos -diría yo-, Otto granados Roldán, quien fue a
los 26 años secretario particular cuando aquél se desempeñó como Secretario de
Educación.
Una anécdota para la historia es que el propio Granados Roldán creció en su
brillante carrera personal y llegó a ser Secretario de Educación hacia el final del
sexenio de Enrique Peña Nieto. Imagino la emoción de haber empezado la parte
sustancial de su currículum en una oficina a la que años más tarde llegaría como
titular, ¡y qué oficina! Una que ocuparon y ennoblecieron José Vasconcelos,
Gonzalo Vázquez Vela, Jaime Torres Bodet, Agustín Yáñez, Porfirio Muñoz Ledo:
una que ahora desnoblece un tal Mario Delgado.
Pero el joven Otto Granados tuvo oportunidad de aprender grandes cosas de
don Jesús, y la aprovechó con sus capacidades de alumno modelo, siempre en los
primeros lugares de la clase que fuera:
“En aquellos años sin internet, los de un México hiperpresidencialista, un PRI en
el poder pero una hegemonía languideciente, una sociedad civil perezosa y
medios de comunicación dóciles, don Jesús podía ejercer de gurú ante políticos,
empresarios, intelectuales y periodistas mayores y menores, desvelarse leyendo
de manera voraz (y por tanto iniciar la jornada cuando el sol empezaba a calentar),
dedicar días a preparar algún discurso muy importante (que él mismo trituraba al

pronunciarlo porque era pésimo orador) y destinar horas, con quienes él
seleccionaba, a la conversación inteligente.”
No puedo dejar de poner esta breve y genial pincelada sobre el maestro genial:
“Ocasionalmente irascible, había que encontrarle el modo y en ese sentido se
volvía predecible y hasta simpático. Era desconfiado, de escasos amigos y poco
adicto a la vida social. Tenía ingenio y frases, propias y prestadas, para todo y
captaba rápidamente las dobles intenciones. Le irritaba ver llegar a colaboradores,
incluido yo, con pilas de papeles (de hecho nos echaba antes de acercarnos
siquiera a su escritorio), sobre todo si eran cosas administrativas o irrelevancias
burocráticas —‘el que se ocupa de los detalles no puede ser estadista’,
prevenía—, y detestaba los estilos afectados con que algunos lo trataban”.
No sé cómo el México brillante ha podido sobrevivir -es más, no sé si aún
alienta vida- a cuatro décadas sin la inteligencia diáfana, profunda y esclarecedora
de don Jesús. Su obra perdura sin embargo gracias a los grandes políticos que
formó, entre ellos Otto Granados Roldán, que también tiene puesto un pie en la
historia de nuestra patria.

sglevet@gmail.com