T o b o g á n
Manuel Márquez Ortíz.
El xalapeño (hay quienes afirman que es naolinqueño) Manuel Huerta se encuentra inmerso en la vorágine electoral del momento. A velocidad ultrasónica pasó del “no lo creo”, el berrinche de no ocupar el primer lugar en el veredicto de Morena a pesar de haber sido el activista de López Obrador en la delegación Veracruz del Bienestar aplicando los programas sociales, al extásis de su respaldo a Claudia Sheinbaum que coincidió su visita al Estado con sus momentos amargos y el desencanto con un segundo lugar nada despreciable porque le dará paso al Senado sin despeinarse siquiera o cualquier otra posición que solicite, que no sería a lado de Rocío Nahle puesto que públicamente ha manifestado su crítica fuerte a ella por aspirar a gobernar a los veracruzanos siendo oriunda de Zacatecas.
Pero las penas en campaña con la consentida son menos dolorosas y basta verle el rostro a Manuel Huerta estando cerca de Claudia, aplaudirle efusivamente y echarle porras para entender que ya pasó la rabieta de verse relegado al segundo lugar por Morena y se siente bendecido con el calor político que le da la candidata de su jefazo placeándolo cerca de ella en sus mítines de campaña en busca del voto mayoritario que la lleve a Palacio Nacional, enviando subliminalmente el mensaje de que en Morena aguantan todo en aras de la unidad, que honran el compromiso firmado por escrito porque es el encargo principal del artífice de la 4T
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