ROBAR Y EXTORSIONAR ESTÁ EN SU NATURALELZA

Ago 26, 2024 | Columnas

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Desde el Café.
Bernardo Gutiérrez Parra.
En octubre del 2014, cuando ya era un escándalo la
infiltración de la delincuencia en las policías municipales y
los índices delictivos estaban más elevados que nunca, Javier
Duarte se sacó de la chistera a la Fuerza Civil, una
corporación “de élite” conformada por “personal del más
alto nivel”, especializado en combatir a grupos de la
delincuencia organizada, según la propaganda oficial.
Protagónico y faramallero, Duarte dijo en aquella ocasión:
“Quiero que el legado de mi administración sea una nueva
policía compuesta por mujeres y hombres confiables”.
Pero nada más quimérico.
Esta nueva policía de la que se dijo, se había capacitado en el
extranjero, fue concebida sobre las rodillas y al trancazo. Por
lo que la mayoría de sus 2 mil elementos salieron a robar.
No tenían ni una semana de andar en las calles cuando se
conoció el primer caso de abuso de autoridad contra un
empresario al que detuvieron por unas horas y quisieron
esquilmar. Y de ahí pal real los atropellos subieron de tono.
En 2018 un mando de la Fuerza Civil fue detenido junto con
una decena de sus agentes acusados de desaparición forzada.

En marzo del 2022, elementos de esa corporación fueron
denunciados por violar a una joven de 16 años. Y un mes
después del ataque, la madre de la menor desapareció.
En diez años, poco se supo de las acciones de la Fuerza Civil
contra la delincuencia organizada, pero sobran testimonios
sobre sus salvajadas y tropelías.
La Fuerza Civil nunca fue una policía confiable, por el
contrario, bastaba con que sus elementos llegaran a cualquier
municipio para que sus habitantes, literal, se pusieran a
temblar. Sobre todo en las comunidades donde al conque de
que buscaban delincuentes, allanaban domicilios,
extorsionaban, robaban, golpeaban y detenían de manera
arbitraria.
Pero el vaso se derramó el 20 de junio en Totalco, una
comunidad de Perote, donde sus habitantes bloquearon un
tramo de la carretera Perote-Puebla en demanda de agua.
Es verdad que en su desesperación por ser escuchados, los
comuneros violaron la ley al cerrar una vía federal. Pero fue
una barbaridad enviar a la Fuerza Civil a disuadirlos porque
llegaron toleteando a los manifestantes y dispararon contra
los hermanos Jorge y Alberto Cortina, a los que mataron.
Y se armó la gritería.
Cuatro días después y desde la CDMX donde acudió a
festejar el cumpleaños de la presidenta electa Claudia
Sheinbaum, el gobernador Cuitláhuac García anunció la
desaparición de la Fuerza Civil, desaparición que se concretó
hasta este viernes.

De acuerdo con la Gaceta Oficial, el Poder Ejecutivo estatal
oficializó su desaparición y a partir ese día (23 de agosto) los
recursos humanos, financieros y materiales, así como los
archivos de la Fuerza Civil formarán parte de la
Subsecretaría de Operaciones.
La Gaceta Oficial agrega que se cuenta con 180 días para
someter a todo el personal operativo a evaluaciones de
control y confianza, así como a capacitaciones en materia de
derechos humanos, para el control de multitudes y reuniones
públicas.
Es decir, los van a capacitar para que ya no disparen a lo
baboso cuando vean una multitud como ocurrió en Totalco.
Además, la Fuerza Civil ya no será un grupo de élite
especializado en combatir a la delincuencia organizada, sino
una policía de “Proximidad y Apoyo Ciudadano”.
Ora pues.
Lo cierto es que sus elementos, que dependían de la
Secretaría de Seguridad Pública; que fueron adiestrados en el
“extranjero” y a los que les cambiaron el color del uniforme
y el color de las patrullas, volverán a la SSP a ponerse su
antiguo uniforme, se subirán a sus antiguas patrullas y
seguirán atracando gente, porque esa es su naturaleza.
Mientras no haya un cambio a fondo en los mandos
policíacos y en sus elementos, ya podrán disfrazarlos de lo
que sea, que sus abusos y atropellos continuarán los sexenios
por venir.

¿Y la delincuencia?
En lo suyo, lector, en lo suyo.
bernardogup@hotmail.com