Agustín Basilio de la Vega.
Si bien es cierto que todos los seres humanos tienen la misma dignidad, son iguales ante la ley y poseen los mismos derechos humanos sin importar la condición social, religión o ideas, también son únicos e irrepetibles, libres y tienen diferentes talentos y propósitos.
Las sociedades pueden ser igualitarias en cuanto a oportunidades, pero se ha visto históricamente que, pese a ello, en los países con mejores niveles de educación, servicios de salud y seguridad hay personas que se distinguen de los demás por su laboriosidad, liderazgo, organización y propósitos.
Por lo anterior, pretender que todos los habitantes de un país tengan los mismos satisfactores, nivel de vida o logros, es utópico e irrealizable con el agravante de que el Estado limita las libertades imponiendo su criterio “dirigista” anulando la creatividad de la sociedad.
Segundo, los defensores del dirigismo o estatismo defienden que el Estado conoce mejor lo que los ciudadanos necesitan y quieren para ser felices, sin embargo, es absurdo que un grupo de burócratas por más estudios que posean, sepan mejor lo que millones de personas diferentes y en contextos distintos anhelan y tienen como metas personales de vida.
En México, el gobierno en los últimos 7 años, se ha empeñado en controlar muchos aspectos de la comunidad como la educación y los libros de texto, ha impuesto criterios de vida y felicidad, establecido metas en materia económica a las familias, ha constituido un sistema de salud deficiente a su modo (durante la pandemia despreció el uso del cubrebocas el propio presidente) se ha propuesto producir gasolina contra toda opinión técnica, ha obligado a aerolíneas a usar el AIFA, construyó el tren Maya sin estudios técnicos ni económicos etc.
El estado intervencionista se mete en la vida de las personas desde los aspectos mas sencillos hasta los más complejos ignorando la capacidad de las personas de elegir en libertad su vida. Ese intervencionismo atenta contra la libertad, la propiedad y la competencia que son los motores de todo progreso y desarrollo económico.
El tercer lugar, fijar precios no ayuda a mejorar la vida sino que produce escasez de productos y servicios. Se ha visto que este error, frecuentemente repetido, parte de la idea que el gobierno sabe mejor que nadie cuánto cuesta producir algo y que para evitar supuestos abusos establece controles de precios, pero en la realidad, esos
cálculos los realiza la burocracia con datos del pasado ignorando la realidad cambiante.
Los controles de precios que el gobierno impone nacen desfasados por que usan datos históricos, tardan en aplicarse y los eliminan cuando el daño es enorme y han destruido sectores enteros de la economía. El resumen, el socialismo ni es científico ni es realizable, lo que el mundo necesita son gobiernos liberales que respeten los derechos humanos y la dignidad de las personas así como el libre mercado.
X @basiliodelavega 25 de agosto de 2025