Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Teuchitlán fue la gota que derramó el vaso del hartazgo de una
sociedad aterrada y rebasada por la impunidad y la violencia, en un
país donde por seis años se abrazó a los delincuentes que
correspondieron con 200 mil asesinatos violentos y más de 52 mil
desaparecidos.
México, hay que reiterarlo, es el único país donde las familias
buscan a sus desaparecidos cuando esto debería ser obligación del
Estado. Las familias se han organizado en colectivos para realizar
esa dolorosa tarea y el Estado se ha aprovechado de los colectivos
para desentenderse de su obligación.
El 1 de diciembre del 2018 en Veracruz, esas familias fueron
vilmente engañadas por un sujeto que al tomar posesión como
gobernador, hizo pública la Declaratoria de Crisis en Materia de
Derechos Humanos por Desaparición de Personas. “Ni un
desaparecido más, no más impunidad. Todo nuestro apoyo a las
familias de las víctimas”. Pero al terminar su lectura tiró el
documento al bote de la basura.
Tan poco le importó el tema a Cuitláhuac García, que puso al frente
de la Comisión Estatal de Búsqueda a Brenda Cerón Chagoya, una
organizadora de banquetes. Y al arqueólogo José Casas Chávez, un
sujeto que es señalado por las mismas madres buscadoras de
extorsionarlas ya que las habría obligado a pagarles su boda (salón,
banquete, música, comida, bebida, etc.) a cambio de dar preferencia
en las órdenes para buscar a sus familiares.
Brenda ya se fue, pero José Casas ahí sigue y el día que lo corran
jamás lo llamarán a cuentas por presunta extorsión.
Si Cuitláhuac invisivilizó a las madres buscadoras, el presidente
ético, moral, decente, honesto y humanista las mandó al diablo, las
acusó de manipuladoras, politiqueras y nunca las recibió en Palacio
Nacional ni en ningún otro lugar.
A pesar de que en el último año del obradorato las desapariciones se
dispararon al contabilizarse 32 mil 722 (para un promedio de 87
desaparecidos por día), el tema se desvaneció casi por completo de
las mañaneras del tabasqueño y apenas se tocaba en las de la
presidenta Sheinbaum. Hasta que llegó la monstruosidad de
Teuchitlán.
Y por enésima ocasión los colectivos del país exigieron justicia. Y
los improperios en las redes subieron de tono principalmente contra
Andrés Manuel al que responsabilizan de los crímenes perpetrados
en este país: “narco presidente”, le dijeron y eso no le gustó a la
señora presidenta.
“Ya déjenlo en paz, otra vez todo contra el presidente López
Obrador” dijo el viernes. Y el sábado lo acunó en Macuspana:
“Ahora estamos aquí en un lugar ya histórico porque vio nacer al
mejor presidente de México, Andrés Manuel López Obrador”.
Futa… echándole sal con limón a la herida.
Si para Claudia el mejor presidente de México es quien dejó un
reguero de asesinatos, feminicidios, desapariciones, obras faraónicas
carísimas y sin ninguna utilidad (hasta ahora); una deuda histórica
de la que cada mexicano deberá pagar 131 mil 738 pesos, con un
desabasto histórico de medicamentos y un abandono histórico en
escuelas y carreteras, no seré yo quien la contradiga.
Lo cierto lector (y sin ánimo de crispar aún más a la raza de bronce),
es que López Obrador dejó un país roto, polarizado, con miedo, sin
empleo, más violento y endeudado. Y para su mala fortuna cada día
son más los mexicanos que aseguran (en Estados Unidos lo dan por
hecho), que tuvo que ver con los chicos malos a los que les dio todo.
Hasta un tercio de la nación.
Si para Claudia Sheinbaum el mejor presidente de México es uno
que se parece mucho a Manuel Noriega y nada a Benito Juárez, allá
ella y sus buenos gustos.
Pero la presidenta se engaña, entre las omisiones graves que tuvo su
antecesor fue dejar de ver por los desaparecidos, más de 52 mil en su
sexenio.
Y aguas señora porque las desapariciones continúan. Ayer
desaparecieron otros 41, el promedio de desaparecidos al día en lo
que va de su sexenio.
bernardogup@hotmail.com