CON MUY MALA LECHE Y SUPINA SEVICIA

Mar 18, 2025 | Columnas

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Desde el Café

Bernardo Gutiérrez Parra
La desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa en septiembre de
2014, le cayó como anillo al dedo a Andrés Manuel López Obrador
que comenzó a gritar que aquello eran un crimen de Estado. El
tabasqueño utilizó a los normalistas como su bandera contra la
injusticia y los abusos de poder de “un grupo de saqueadores que
han robado al país por generaciones y han cometido crímenes de
Estado como el de Ayotzinapa”.
Los medios de comunicación le pegaron con todo a Enrique Peña
Nieto y nunca lo oí decir “carroñeros” a columnistas, reporteros,
medios impresos o electrónicos, que en serio le dieron como nunca
nadie se zurró a un presidente.
López Obrador creó una comisión para esclarecer el caso y la
encabezó Alejandro Encinas, pero no esclareció nada. Encinas hizo
un irigote con la información de la PGR de Peña y no llegó a
ninguna conclusión que convenciera a los padres de los 43
desaparecidos.
Pero el hecho quedó registrado como crimen de Estado cometido por
los de antes.
Si en un principio el tabasqueño se solazó tomándose la foto en
Palacio Nacional con los padres de los 43, pronto le aburrieron y los
fue relegando hasta que dejó de recibirlos.
A los que literal, mandó al diablo (como lo dije ayer) y jamás recibió
como presidente, fue a los familiares de los desaparecidos cuyo
número crecía día con día, mientras él abrazaba a los delincuentes y
les entregaba más de un tercio del país. Y los delincuentes se
despacharon con la cuchara grande.

Andrés Manuel prácticamente desapareció a los desaparecidos de
sus mañaneras y lo mismo pretendió hacer Claudia Sheinbaum,
hasta que del infierno irrumpió el rancho Izaguirre en Teuchitlán.
Y como siempre los medios de comunicación dieron a conocer la
tragedia y algunos columnistas y analistas tupieron con todo a
Andrés Manuel, al que culparon por omisión de este horror.
La diferencia es que este infierno no es un crimen de Estado y los
culpables no son los delincuentes, ni los “saqueadores del erario”
sino los “carroñeros” del periodismo.
Al menos así lo dio a entender ayer la señora presidenta a quien al
parecer le pesa más lo que digan los “carroñeros” que 120 mil
desaparecidos. Con lo que estaría enviando el patético mensaje de
que no le interesa resolver el problema sino evitar la crítica.
Para inhibir y esclarecer las desapariciones y encontrar a los
desaparecidos, Claudia dictó una serie de medidas recicladas de
gobiernos anteriores que no dieron resultado o se dejaron de hacer.
Pero me quiero detener en un punto. La presidenta dijo que “antes”
las desapariciones las cometía el Estado y es verdad. Pero ese antes
fue en los años 50, 60 y 70 (y todavía en los 80) del siglo anterior.
De los 90 para acá, casi toda desaparición la cometen los
delincuentes.
Solo que el comentario tuvo su jiribilla porque se estaría amarrando
el dedo para evitar que la acusen de que el horror de Teuchitlán fue
un crimen de Estado.
El problema es que las desapariciones no paran y esto es lo
realmente grave. Un dato revelador es que de acuerdo con Causa en
Común, del 1 de octubre del año anterior al viernes 14 de marzo de
este año, se han registrado y contabilizado 6 mil 816 desapariciones;
entre 40 y 41 diarias en promedio. Y todas en la administración de
Claudia Sheinbaum.

Atrapada en la crisis más dura de su gobierno, la presidenta dijo que
se va a crear la Base Única de Información Forense, lo que provocó
que muchas cejas se levantaran, porque entonces ya no estaríamos
hablando de desaparecidos sino de muertos.
También anunció que fortalecerá a la Comisión Ejecutiva de
Atención a Víctimas y ojalá el fortalecimiento sea económico,
porque López Obrador la dejó en un suspiro presupuestal y casi la
desapareció aduciendo que era un nido de corrupción.
En fin, lo que dio a conocer la señora fue un rosario de buenos
propósitos que despertaron una vez más la esperanza de miles y
miles de familias de encontrar, ahora sí, a sus desaparecidos.
Y ojalá así sea, pero quién sabe.
Al hablar el lunes de los carroñeros que quieren desestabilizar a su
movimiento, no habló del gobierno que encabeza, sino del
movimiento al que pertenece.
Cómo deseo equivocarme, pero te apuesto lector a que la señora
Sheinbaum recurrirá el poder del Estado para hacer creer a los
mexicanos que la víctima de Teuchitlán es su movimiento y no los
desaparecidos ni sus familias. Y la culpa es de los carroñeros.
Y así se la va a llevar lo que resta de su sexenio hasta que el caso se
diluya por desgaste, como está ocurriendo con los padres de los 43
normalistas a los que su patrón engañó con muy mala leche y supina
sevicia.
bernardogup@hotmail.com